Mirada Violeta
Criterios
El 21 de junio pasado, diversos medios de comunicación informaban del hallazgo de 12 cuerpos mutilados en el municipio de Tlaquepaque; las notas señalaban además que los restos humanos correspondían a ocho mujeres, dos hombres y dos más sin determinar; es decir, la mayoría de los cuerpos corresponden a mujeres. Es un hecho inédito e insólito para las crónicas policíacas locales. Nunca se había visto tal masacre en la ciudad en contra de cuerpos femeninos.
En los notas se informó que los restos fueron llevados al Instituto Jalisciense de Ciencias Forenses para que se les practicara la autopsia que marca la ley para determinar las causas de muerte.
Las 15 bolsas negras con restos humanos fueron encontradas en la colonia Cajetes, en Tlaquepaque, Jalisco. Las autoridades señalaron que la cifra podría aumentar debido a que faltaban restos por analizar.
El hallazgo de estos cuerpos es una tragedia para la ciudad en que vivimos. No podemos ni debemos permitirnos acostumbrarnos a tales acontecimientos. No se puede normalizar la barbarie. Alguien tiene que informar sobre lo ocurrido ¿Quiénes son? ¿Por qué les asesinaron? ¿Dónde están los responsables de su muerte? ¿Por qué se trata en su mayoría de mujeres? ¿Qué edades tenían? ¿Contaban con reporte de desaparición? ¿Contaban con alguna otra denuncia u orden de protección? ¿Ya fueron identificadas? ¿Cuál es la causa de la muerte? ¿Son originarias de Jalisco? ¿Alguno de los cuerpos contaba con identificación? ¿Cuentan los cuerpos con alguna señal en particular o tatuajes que puedan permitir su identificación? ¿Cuál es la evolución cadavérica de cada uno de los cuerpos?
Son muchas las interrogantes y ninguna respuesta. El silencio institucional se suma al pasmo social ¿Dónde está la indignación social? ¿Dónde la rabia y el coraje? ¿Dónde se encuentra la exigencia por la verdad, la justicia, las garantías de no repetición? ¿Dónde está la Comisión Estatal de Derechos Humanos?
Los silencios cómplices de la barbarie son los únicos presentes. Esos restos humanos envueltos en bolsas negras de basura son lo que Judith Butler señala como los cuerpos que no importan. En su libro Cuerpos que importan. Sobre los límites materiales y discursivos del sexo, Butler comienza con esta interrogante: ¿cuáles y cómo son los cuerpos que no importan? ¿Cómo se construye la línea divisoria que separa a los sujetos que importan en la sociedad de los rechazados?
El hallazgo de estos cuerpos nos interpela para afrontar el hecho de que hay cuerpos que importan y otros que no. Si bien Butler centra sus reflexiones en las corporalidades sexuales; sus planteamientos nos confrontan con la realidad que vivimos al reconocer que hay cuerpos “valuados y valorables”. En el caso de los cuerpos encontrados en Tlaquepaque, el hecho de ser mujeres, en un mundo misógino y machista, las sitúa en el ámbito de los cuerpos que no importan. Se sumaran a la estadística, a los números y a las cifras de mujeres asesinadas sin que exista un responsable de su asesinato. Los cuerpos que no importan, en la ciudad que no importa, con un gobierno al que no le importa.
@lupitaramosponc