Ari García Padilla* covid-19
El titulado de esta columna es largo, como lo que implica la relación de los cuatro temas que encabezaron el desplegado, mismos que llevan una completa interlocución, con represalias, riesgos y decisiones que deben de tomarse con bastante seriedad y con la responsabilidad pertinente que todos los mexicanos necesitamos ante la situación global que inició por un virus extraído de tierras orientales.
El pasado lunes 9 de marzo fue lo que en economía se le conoce como “lunes negro”, cuando los mercados sufren una caída importante a raíz de un factor global que impacta en la mayoría de los países que significan una pieza fundamental en las finanzas mundiales, que precisamente estos desplomes financieros no se limitan a un día en específico, y que recientemente se prolongó a más de una semana continua. covid-19
Los lunes negros que han marcado la historia fueron en 1987, 1997, 2008 y ahora 2020, el impacto que generó un colapso bursátil de la década llego hace unos días atrás, a raíz del choque comercial por los precios petroleros entre Arabia Saudita y Rusia.
La bolsa empezó decayendo en Asia continúa en Europa, se propaga hasta América Latina y llega a América del Norte. Ahí es cuando nos empezamos a preocupar, México, e inminentemente nuestro vecino Estados Unidos, sufre el impacto, al grado de que Wall Street suspendió sus operaciones durante unos minutos ¿La causa? Choques petroleros con efectos condescendientes relacionados por el coronavirus.
El lunes negro provocó que la economía global esperara una reestructuración de estabilización para una semana después, sin embargo, pasado ese lapso, el mundo se encuentra parado por los efectos de la pandemia del Covid-19, que desde febrero ha marcado a países como Italia, España y China.
Esto marca que indiscutiblemente el Covid-19 afecta la economía global, en el comercio y en las operaciones de inversión de manera impactante, el riesgo sanitario afecta a la vida financiera global.
Ejemplo es el iniciar con China, país que representa un porcentaje de participación bastante alto en las cadenas comerciales a nivel mundial, como en los procesos de manufactura, y todo lo que es procedente de ahí es detenido o de plano regresado.
El virus arribó a México en un panorama completamente complejo en donde la economía se encuentra en total incertidumbre por el conflicto del petróleo y de la paraestatal encargada del manejo del crudo, está en un lapso de crisis financiera y económica como no se había visto, a ésto le agregamos los efectos del tipo de cambio histórico que rebasa los $23 pesos por dólar generando una depreciación de la moneda nacional, dejando una inversión extranjera frágil con nula confianza y con un crecimiento económico por debajo de lo esperado, todo esto orillará a entrar en un camino de riesgo, por una recesión nacional que incluso, pueda sumarse a una global.
México ya padeció algo similar hace algunos años por un caso similar por riesgos de salud, en el 2009 se propago el virus A1H1, conocido como influenza, el cual marco un ahogo del desarrollo económico nacional, ¿pero ¿qué hacer para estos casos de contingencia en el aspecto económico?
México, como cualquier otro país, tiene un fondo de estabilización de emergencias que lo podemos denominar coloquialmente como “el ahorradito” del país, que es utilizado para este tipo de situaciones emergente. Lo alarmante es que nunca antes se había utilizado tanto de su contenido como ahora, y esto debido a que se está utilizando anticipadamente sin conocimiento de lo recientemente surgido por el virus, para gastos comunes faltantes del presupuesto fiscal y no para contingencias como se etiqueta y hoy se necesita, ¿De qué manera se protegerá la economía nacional en una crisis financiera?
A todo lo anterior, una alternativa de combate ante las complicaciones económicas a la vista es con una reforma fiscal y no una política como la que se originó este miércoles en San Lázaro, una que busque generar ingresos a corto plazo, que para el tiempo y circunstancias que se previenen, alcance los efectos para el 2022, ya que difícilmente se podrán ver en el 2021 un cambio significativo, por lo que implica el costo político de las elecciones intermedias.
Si, mientras se buscan las alternativas de prevención y protección para el coronavirus, y las medidas de persistencia económicas, la vida política en México reapareció votando un dictamen que aprueba una reforma a la Ley General de Instituciones y Procedimientos Electorales, que incluye las reglas de operación para la reelección inmediata para legisladores federales, que dicho sea de paso, no fue más que la conclusión de una reforma aprobada durante el 2014, pero que será sujeto de discusiones y criticas por el tiempo y la manera en que se aprobó.
Algo de lo criticado en su contenido es la reelección para diputados que actualmente ostentan el cargo con partidos políticos que ya perdieron su registro nacional, así como “el madruguete” para su votación en ausencia de algunas bancadas por la inasistencia causada por el coronavirus, sin embargo, falta la votación en el Senado de dicho dictamen, en donde seguramente se suscitara una amplia discusión mediática.
Un lunes negro, con una estrecha relación de un virus propagado como pandemia, afecta una encomia global y por ende nacional, que se inmiscuye en asuntos políticos del país, es lo que hoy se vive en México, por lo que a todo esto, no nos queda más que cuidarnos de salud, de economía y finanzas y de madruguetes políticos.
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