Marchan en todo el país por veterinario asesinado en Edomex

Morelia, Michoacán.- En protesta por la inseguridad que cobró la vida de uno de sus colegas en el Estado de México, médicos veterinarios se movilizaron este martes para exigir garantías en su labor, detener la estigmatización del gremio y solicitar la creación de cuerpos profesionales que regulen su actividad.

Se llevaron a cabo dos marchas simultáneas, una en la capital del estado y otra en Uruapan, la segunda ciudad más importante de Michoacán.

En Morelia, más de 400 veterinarios partieron del Jardín de Villalongín y marcharon por la avenida Madero hasta el Congreso del Estado, donde exigieron respeto a su profesión y denunciaron la violencia y amenazas que enfrentan. Entre sus demandas están el acceso a apoyo en salud mental, la presencia obligatoria de psicólogos, peritos y abogados en los Colegios de Veterinarios, la creación de un Comité de Arbitraje Veterinario, capacitación continua y mayor respaldo de asociaciones profesionales.

Bajo consignas como “Ni un veterinario menos”, “Hoy un colega no volverá a casa” y “Nací para salvar vidas, no para que me quiten la mía”, los manifestantes repudiaron el asesinato de su colega Héctor Hernández, ocurrido en el Estado de México tras ser apuñalado presuntamente por los dueños de una perrita que atendió. El caso ha provocado indignación en el gremio, que también denuncia acoso y amenazas constantes en redes sociales, lo que ha llevado al cierre de clínicas y afectaciones psicológicas, incluso intentos de suicidio.

Previo a la movilización, se recordó el caso de una veterinaria del rastro de Ciudad Hidalgo, quien también fue asesinada presuntamente por no autorizar una canalización.

En Uruapan, la marcha por “La Paz” comenzó a las 11:00 de la mañana en la glorieta de la Pepsi, en la salida a Apatzingán, y avanzó hasta la Casa de la Cultura en el centro de la ciudad. La Asociación de Veterinarios Unidos de Michoacán emitió un pronunciamiento y convocó a un paro de labores en solidaridad con sus colegas afectados por la violencia y el acoso.

“Este paro también es en memoria de aquellos compañeros que han perdido la vida como consecuencia de represalias injustas. No podemos permanecer indiferentes ante estas situaciones que atentan contra nuestra integridad física, emocional y profesional”, señaló la asociación en un comunicado.

Movilizaciones a nivel nacional

La protesta se replicó en varios estados del país, incluyendo Jalisco, Morelos, Guerrero, Veracruz y la Ciudad de México, donde decenas de veterinarios tomaron las calles principales para exigir justicia por Héctor Hernández y condiciones seguras para ejercer su profesión.

Hernández había denunciado amenazas en redes sociales desde enero, luego de que una perrita que atendió falleciera por complicaciones tras ingerir un pedazo de hueso. La Fiscalía General de Justicia del Estado de México inició una investigación sobre su asesinato, aunque hasta el momento no ha informado avances.

Veterinarios de diversas ciudades denunciaron que, con frecuencia, son acusados injustamente de negligencia y reciben amenazas de los dueños de los animales. Algunos profesionales han enfrentado linchamiento digital, lo que ha derivado en el cierre de clínicas y daños emocionales.

José Luis Cedeño, dueño de la veterinaria “El Pitbull”, manifestó su preocupación por la falta de regulaciones que protejan a los veterinarios ante este tipo de situaciones.

“Estamos expuestos a sufrir acoso y agresiones por parte de los dueños de los animales, y no hay ninguna ley que nos ampare”, señaló.

Una veterinaria, quien prefirió permanecer en el anonimato, agregó que muchas acusaciones en redes sociales provienen de personas que desconocen las condiciones en las que llegan los animales a consulta.

“A veces es imposible salvarles la vida, pero nos responsabilizan de situaciones fuera de nuestro control”, explicó.

El gremio veterinario continúa exigiendo a las autoridades medidas de protección y una regulación justa para evitar más agresiones contra sus profesionales.

 

Con información de Francisco Castellanos J. y Alitzel Pulido.

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