Por la complejidad que conlleva el fenómeno de la migración, al ser un proceso multifactorial, multicausal y multidimensional, resulta imposible, desde una sola trinchera, tratar de solucionar las problemáticas generadas a su alrededor, pero también es muy complicado abordarlo desde las imposiciones que haga un país sobre otro, y menos si se continúa criminalizando a las personas migrantes.
Bajo esta óptica, al menos en el discurso, se llevó a cabo el día de ayer una reunión de alto nivel entre autoridades estadunidenses y mexicanas para tratar el fenómeno migratorio de centroamericanos y mexicanos hacia la Unión Americana.
Las delegaciones estuvieron encabezadas por el canciller de nuestro país, Marcelo Ebrard y Roberta Jacobson, coordinadora de la Casa Blanca para la frontera sur y exembajadora en México. En aras de buscar soluciones conjuntas la delegación estadunidense se reunirá de igual manera con las autoridades de Guatemala.
Hasta aquí todo bien. Sin embargo, al final de la jornada no fueron repartidas equitativamente las responsabilidades entre Estados Unidos y México. Según la Casa Blanca, el objetivo de la reunión era abordar las causas de raíz que obligan a las personas a migrar de sus países, y que Washington se comprometiera a cambiar el sistema migratorio heredado por Donald Trump.
Sin embargo, todo indica que el fin de la reunión era insistirle a nuestro país que detenga el flujo migratorio. Incluso antes de la reunión el gobierno de la 4T informó en voz del titular de la Secretaría de la Defensa Nacional, Luis Crescencio Sandoval, que el plan de migración del gobierno federal ha desplegado 8 mil 815 elementos de las fuerzas armadas en las fronteras norte y sur del país, además de poner en marcha 30 puestos de revisión migratoria con tecnología no intrusiva, 347 puntos de control migratorio y de ocho buques y embarcaciones para el control marítimo.
Evidentemente, con este programa se fortalecerán las restricciones al tránsito terrestre no esencial en ambas fronteras de nuestro país, además de seguir con las detenciones de personas migrantes.
Aunque México busca que Estados Unidos sea parte de las soluciones al fenómeno migratorio y colabore económicamente para ayudar a las naciones del Triángulo del Norte a mejorar sus condiciones de vida, sigue aceptando el papel de portero que nos exige el vecino del norte.
Es cierto que “no hemos llegado a un punto definitivo” en la atención y resolución del fenómeno migratorio, como mencionó el canciller, pero por vía de mientras no podemos negar que, en ese asunto, con Joe Biden solo han cambiado algunas formas, pero el fondo sigue siendo el mismo: mantener a México como muro migratorio y frontera vertical.