Migrantes en Europa: entre la política y la desesperanza

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Eduardo González Velázquez

El uso político de las personas migrantes por parte de algunos gobernantes es una realidad presente en las territorialidades migratorias globales. Utilizar a los exiliados económicos, bélicos o climáticos como arma política en los enfrentamientos entre algunos gobernantes suele ser algo común. Sea entre Estados Unidos y México, México y Centroamérica o entre las naciones europeas. Esta realidad potencia aún más la vulnerabilidad de quienes huyen en busca de un lugar donde vivir.

Hoy por hoy, en Europa asistimos a un enfrentamiento de estas características. Veamos la historia. En agosto de 2020 se efectuaron elecciones presidenciales en Bielorrusia. Los resultados oficiales dieron el triunfo a Aleksander Lukashenko, quien gobierna el país desde hace 20 años. Los resultados fueron rechazados por amplios sectores de la oposición local, por la Unión Europea, Estados Unidos y Canadá. En cambio, China y Rusia saludaron la reelección de Lukashenko.

El anuncio de sanciones económicas en contra de la ex república soviética no se hizo esperar, ante lo cual, el reelecto presidente respondió con el uso de las personas migrantes para presionar a Europa. Desde el año pasado el campo de batalla se trasladó a la frontera con Polonia, en la ciudad de Kuznica donde al menos dos mil migrantes, la mayoría iraquíes kurdos, están agolpados en las cercas que dividen los países, y son vigilados y contenidos por decenas de soldados polacos. Según los datos de La Guardia Fronteriza polaca, se han registrado más de 30 mil intentos por cruzar la frontera, y 4 mil personas lo han conseguido.

Por su parte, el gobierno lituano insiste en que Lukashenko utiliza a los migrantes como arma política, para responder a las sanciones de la UE otorgándoles visa de turista a migrantes de Irak y Siria para facilitar su entrada y que puedan llegar a la frontera.

Desde verano de este año la crisis migratoria se hizo más intensa. Escaló a terrenos fuera de Bielorrusia, Lituania y Polonia. El primer ministro polaco, Mateusz Morawiecki, acusó al presidente de Rusia, Vladimir Putin, de estar detrás de lo que está ocurriendo; en ese mismo sentido se manifestó Bruselas que insiste en afirmar que la mano que mece la cuna se encuentra en Moscú.

Así las cosas. Mientras unos acusan a Bielorrusia de estar fomentando el fenómeno migratorio, y el gobierno de aquel país responde diciendo que los culpables de la migración son sus detractores, quienes a su vez subieron a la arena de las acusaciones al mandatario ruso, y siguen aumentando las denuncias de Polonia y Lituania ante el arribo de miles de migrantes a sus fronteras, los exiliados económicos se encuentran en medio de todo el berenjenal experimentando la manera en la cual son utilizados por ambos bandos como arma política y moneda de cambio.

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