Negligencia, complicidad… impunidad

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Un letrero blanco sobre una pancarta entre tinto y rosa ─depende de los videos─, al ingreso del restaurante Los Otates, adjunto a Plaza Andares, en el municipio de Zapopan, reza así: “Aquí nadie truena”. impunidad

Pero el lunes, bajo un sol luminoso, tronaron más de cien disparos en la balacera, tal vez la más descarada y desafiante ─por la hora (una de la tarde) y el lugar, uno de los más “vigilados”─, que se hayan registrado en la zona metropolitana tapatía con saldo de un secuestrado, un muerto y tres heridos.

Ironías pues, de la descarnada impunidad que sufrimos a ojos vistas.

En el mismo interior de este centro comercial se han dado otros hechos violentos y robos sin que se recuerden detenidos.

Cerca también, sobre la avenida Acueducto, fue ejecutado por sicarios, supuestamente del Cártel Jalisco, el secretario de Turismo Jesús Gallegos Álvarez, el 9 de marzo de 2013, y el 29 de julio de 2010, elementos del Ejército dieron muerte en su casa, en Colinas de San Javier, al narcotraficante Ignacio, Nacho, Coronel Villarreal.

El pasado día 8, no obstante la hora, la de gran movimiento de personas y vehículos, cerca de la intersección de la misma rúa de Acueducto con Real Acueducto, un grupo de entre diez y quince pistoleros, se apoderó del lugar; con sus armas de asalto amedrentaron en particular a conductores que circulaban por ahí y entraron al restaurante “Los Otates” disparando sus armas y así, entre balazos y testigos, se llevaron secuestrada a una persona que, hasta ahora no había sido identificada, y echaron a la caja descubierta de una pik up blanca a un herido de su banda y en menos de cuatro minutos, los presuntos delincuentes se fueron como llegaron: como Juan por su casa, apuntando a todas partes sin que apareciera una sola patrulla ni municipal ni estatal o de la Guardia Nacional.

Muy raro que ningún cuerpo de seguridad haya sido alertado de inmediato luego de que en la citada camioneta con el sicario herido a bordo y a la vista de muchos en pleno mediodía haya recorrido medio Zapopan sin que fuera interceptada, cuando el caso ya estaba difundiéndose de inmediato en todas las redes sociales.

Esta situación da lugar a sospechas de diversa índole, y tanto más que la balacera ocurrió en uno de los lugares donde hay más cámaras privadas y públicas de seguridad y que, se supone, están siendo monitoreadas permanentemente. ¿Será que no funcionan o funcionan a medias? ¿Acaso hay descoordinación, negligencia o complicidades en los distintos niveles de gobierno?

El sujeto en cuestión apareció muerto horas después en un sanatorio particular en la colonia Colli Urbano por disparos que habría hecho en su día franco un policía de Zapopan ─tal vez héroe, si es que lo hizo motu proprio─, de ser cierta la versión oficial de que no estaba ya asignado como escolta de un funcionario municipal.

Según el ayuntamiento de Zapopan, el uniformado fue escolta de Juan José Frangie, amigo y jefe de gabinete del presidente Pablo Lemus. Por esta razón se creyó que Frangie, el ahora precandidato por Movimiento Ciudadano (MC) a sucederle en el cargo, se encontraba presente en el lugar, por lo que surgieron  muchas especulaciones que fueron desmentidas por el mencionado empresario y después por la Fiscalía General de Jalisco.

Sobre el raptado corrió la versión de que se trataba de una persona de apellido Altamirano que sería el  dueño del centro nocturno Distrito 5 de Puerto Vallarta. No obstante, otras versiones hablan de un tal Manuel Sánchez o Vaquita, quien sería el prestanombres. estos dos tienen negocios también en Quintana Roo.

En el bar Distrito 5 un hombre y una mujer asesinaron por la espalda, el 18 de diciembre pasado, al exgobernador Jorge Aristóteles Sandoval, efímero superior  (sólo ocho días) de Gallegos Álvarez. A éste se le ligaría de inmediato al blanqueo de dinero en bienes raíces. El mismo día de su deceso, el entonces secretario general de Gobierno, Arturo Zamora Jiménez, declaró que la muerte del incipiente funcionario público “se debe a sus actividades anteriores como empresario”.

Apenas en la semana pasada, el gobernador Enrique Alfaro Ramírez y los responsables de la seguridad pública se habían jactado de la disminución de hechos violentos en Jalisco y en especial en Guadalajara, no obstante que durante enero se registraron al menos dos matanzas masivas.

Para que pasen estas cosas tan graves, donde los malhechores toman por asalto una avenida, la cierren a su antojo, disparen tanto para amedrentar como para herir, matar, hacer lo que les dé la gana y tirotear a donde fuera para proteger su propia huida sin que nadie de quienes están para protegernos se les atraviese, algo anda mal, muy mal.

Y es que la mayor protección de la delincuencia organizada es la maldita impunidad de que gozan en un sistema de gobierno, sobre todo el poder judicial, corrompido.

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