No reculen

El Rincón de Clío

Criterios

 

Cuando el Estado no es capaz de ejercer el monopolio legítimo de la violencia, no controlar democráticamente su territorio y población, así como garantizar la seguridad de los ciudadanos, se está frente a tres manifiestas realidades que configuran una de las aristas de la crisis de estatalidad.

Los sucesos violentos del día de ayer en Culiacán, Sinaloa, luego de la detención, por un operativo o un patrullaje de rutina (no hay certeza al respecto), de Ovidio Guzmán Loera, hijo de Joaquín “Chapo” Guzmán Loera, nos mueven a varias reflexiones.

1.- ¿Cuál es el sentido de los patrullajes y los operativos de los cuerpos policiacos y militares? Si el gobierno de Andrés Manuel López Obrador ha insistido en que la mejor estrategia para combatir el crimen organizado y reducir los niveles de violencia e inseguridad es creando la Guardia Nacional y poniendo a sus elementos a recorrer el territorio de la República, ¿por qué en el instante que se topan con miembros de células criminales se miran imposibilitados para reaccionar adecuadamente, dejando en evidencia su incapacidad, tanto de fuego como de inteligencia, para someter a los presuntos delincuentes?

2.- Nos dice el gobierno de la 4T que “no se esperaba una reacción tan violenta” del Cártel de Sinaloa ¿Qué nivel de reacción esperaban luego de detener al hijo del Chapo Guzmán? ¿Realmente suponían que el grupo criminal se quedaría de brazos cruzados?

3.- En el marco de la refriega del día de ayer, donde se puso en peligro la vida de decenas de ciudadanos en Culiacán, me parece que la decisión tomada por las autoridades para liberar a Ovidio Guzmán, fue la menos mala. En caso de no haber actuado así, quizá hoy estaríamos contando decenas de muertos en Sinaloa. Pero eso no lo podremos saber jamás. Lo que sí sabemos es la pésima ejecución llevada a cabo por las autoridades para detener al hijo del Chapo. De haber sido mejor planeada y realizada, seguramente el resultado hubiese sido mejor.

4.- La reacción del Cártel de Sinaloa y el éxito obtenido con ella, pues consiguieron liberar a su líder, seguramente sentará un precedente para futuras acciones emprendidas por el crimen organizado para presionar a los gobiernos a ceder terreno y permitir el libre accionar de la delincuencia en este país. Es decir, la próxima ocasión que el gobierno de la República anuncie la detención de algún capo de la droga, no nos llamemos a sorpresa si sus huestes criminales comienzan a realizar acciones contra la población civil y de esa manera obtener la liberación de los detenidos, como ya lo vivimos en el área metropolitana de Guadalajara, ante lo detención/liberación de Nemesio Oseguera Cervantes, alias Mencho.

5.- Para nadie es ajeno que ciertos grupos de la población en nuestro país protegen a los narcotraficantes y presumen de su amistad con ellos. La cercanía con el crimen organizado es un asunto que se muestra y enorgullece a una parte de la sociedad. No obstante, se les olvida que los criminales no tienen amigos y cuando se miran en peligro no les importa atentar contra la población en general. Después de lo vivido en Culiacán veremos cuál es la reacción de la población.

6.- Por vía de mientras, se impone que el gobierno haga una revisión seria y precisa de la estrategia de seguridad llevada a cabo hasta el día de hoy, que le permita observar y atender las ausencias e inconsistencias que han evitado generar mejores resultados hasta el día de hoy. Sea cual sea la nueva forma de enfrentar al crimen organizado y la puesta en marcha de otras estrategias para ello, tiene que quedar claro que el gobierno de Andrés Manuel López Obrador no debe recular en su responsabilidad y obligación para combatir eficientemente al crimen organizado y garantizar la paz y tranquilidad a todos los ciudadanos.

 

@contodoytriques/ Profesor de Relaciones Internacionales en el Tecnológico de Monterrey, Campus Guadalajara.

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