Nuestro laberinto con Trump
Juan M. Negrete
De por sí se nos ha complicado desde siempre eso de hallar las puertas atinadas a nuestros desfiguros. Pero ahora, adosada a nuestras dificultades, la asunción al poder ejecutivo de nuestros vecinos de un maniático, truhán, energúmeno, patán y todas las demás lindezas que de él se dicen, pues pareciera que se nos descompone el cuadro definitivamente. El cielo estaba encapotado, pero parece que se nos desploma en serio.
Algo habrá que hacer, pero de ya.
En los primeros años de AMLO en el poder de nuestro país, el Trompas amenazó con aplicarnos la misma estrafalaria medida de aumento de aranceles si nuestro gobierno no detenía las caravanas de migrantes que rebasaban sus muros en su frontera sur, la de ellos; para nosotros es frontera norte. Obrador envió al carnal Marcelo a negociar con sus contlapaches gringos y parece que se llegó a un acuerdo. Así debe haber sido, porque no hubo tal alza de aranceles. O sea que la amenaza se quedó en puro jarabe de pico, esa vez.
Según se filtraban especies, poco probadas, del centro se enviaron fuerzas de la recién creada guardia nacional, unos 25 mil elementos, a desplegarse por nuestra frontera sur para desalentar sobre todo las caravanas de centroamericanos. Dicho flujo conoció cierta contracción. Sería ésta la moneda de cambio que se manejó o no. Pero lo cierto es que de labios del güero desabrido salió el escupitajo escandaloso de afirmar que había doblado al mandatario mexicano. Como Obrador dobló las manitas, ya no hubo necesidad de que nos volviera realidad la amenaza del aumento de los tales aranceles.
Por lo menos ésta ha sido la cantaleta de nuestra derecha, cuando se revisa este viejo capítulo de nuestra relación con el gobierno gringo. La versión oficial mexicana es distinta. Pero no tiene ya mucho caso detenerse en un asunto pasado, salvo como recuerdo de las medidas presentes que están viviendo los mismos esquemas de chantaje y extorsión. Como el viejo inquilino de la Casa Blanca retornó a la plaza, se sacó de la manga el mismo manojo de amenazas que se supone que le dan resultado positivo y ahí tenemos redivivo el formato.
Sólo que ahora hay una variación relevante en la extensión de sus alcances. Lo que parecía que quiso aplicar como castigo a nuestro mercado se restringía a nuestro país, nada más. Y no a todos los renglones de nuestro intercambio comercial, sino sólo al acero y a otros renglones que inciden sobre todo en la industria automotriz. Pues ahora abrió en abanico de más y abarca un espectro mucho más amplio.
En primer lugar, no nos lo aplicará tan sólo a los mexicanos, sino que incluye a Canadá y a China. Para los canadienses y nosotros, el impuesto tasado se aumentará en un 25%, lo cual es más que gravoso y por fuerza tiene que afectar los rendimientos de la balanza comercial. A los chinos sólo les aplicará el aumento de un diez por ciento. Es curiosa, por decir lo menos, la correlación. Se supone que Canadá y México somos sus socios. Al menos esto se deduce del T-MEC, que se mantiene signado por tres bandas; en cambio la economía china es su competidora y rival en serio. ¡Ah, pues los orientales recibirán un trato menos lesivo en sus intercambios con la gringada! ¿Con esos amigos, para qué queremos enemigos? ¿No nos parece?
No hablemos de asimetrías o de prudencia en los tratos. Para los intercambios mercantiles existe una vieja premática que se aplica aquí al dedillo. Reza así: Comerciante que dice la verdad, se condena. Y es de creerse que todos los que andan en esta danza sin conchinchi ya se condenaron. Lo malo es que nos están precipitando a todos al averno.
No se menciona tanto el hecho de que haya otros involucrados en esta satanización que los gringos hacen con sus clientes, de referencia internacional. Pero por supuesto que no se miden. A sus socios de la unión europea les van a aplicar la misma pócima de aumento en aranceles. Y lo más disparatado es ver que en su discurso arrollador, para que no queden dudas, el güerejo se abrió de capa y soltó que les aplicará los mismos castigos a todos los miembros del BRICS+, por mal mandados, o por desobedientes, o por díscolos con su dólar, o vaya usted a saber por qué. Lo cierto es que se vio desatado el prócer sátrapa y ni quien ensayara a frenarle sus excesos.
Eso de aplicarnos tan amarga receta a sus socios, a sus amigos, tiene sus bemoles. Ya desde su campaña había soltado la lengua de que lo iba a hacer. No debe entonces cogernos a novedad. Pero los argumentos que aducía para su amenaza latente, que ahora es realidad vigente, venía de la descalificación tanto a Canadá como a nosotros, de que no frenamos el flujo de migrantes, los invasores que dizque ponen en peligro a tan generosa república. La otra materia reprobada por ambos socios es la abundancia de fentanilo con que les tenemos inundado su paraíso.
Esta fue la monserga de discurso justificatorio que estuvo manejando. Pero ya para soltar la lengua y confirmar que sí nos va a castigar, aplicando los famosos aranceles, soltó la sopa de que la causa real que motiva esta estrafalaria medida proviene del desempeño deficitario que se da en la balanza de nuestros intercambios, en donde ellos salen perdiendo. Habráse visto.
Claro, dice el vato que esa diferencia está sirviendo de subsidio de ellos para nosotros y que, con tal garrote, va a emparejar los cartones. ¿Y el fentanilo; y los invasores criminales; que esperen? A ver con qué jalada nos sale para las próximas semanas, al fin que está claro que para inventiva de farsas no conoce freno don Trompas. Salud y buen provecho… porque de que se nos pueden indigestar estas viandas, que ni qué. Habrá que mantenernos pendientes.