Hace tres semanas, concretamente en la columna del 14 de mayo, cuestionábamos aquí el anuncio que el día anterior había hecho Andrés Manuel López Obrador en su diaria conferencia matutina, y a su vez los gobernadores, del fin del aislamiento y del amanecer de una “nueva normalidad” a partir del primer día de junio.
Textualmente preguntaba: “¿por qué se anuncia la reactivación precisamente cuando la famosa curva no se aplana, no se dobla hacia abajo y, peor, cuando se está en lo más alto de la curva que apunta hacia arriba, a la cima?”
Precisamente, la víspera del día que se anunció la vuelta a la famosa “nueva normalidad”, que muchos llamamos “nueva anormalidad”, se había registrado el índice más elevado de contagios en el país: cerca de 2 mil, y los fallecidos fueron 353, aunque el miércoles 14 tuvieron un descenso y los decesos fueron 294, para sumar un total de 4 mil 220 hasta esa fecha, y los contagios fueron 2 mil 861, uno de los más elevados, para sumar 40 mil 186. Este miércoles 3 de junio sumaron 101 mil 238 positivos y once mil 729 muertes.
En suma, ayer, y a tres días del famoso inicio de “la nueva normalidad”, México dio el mayor, y peor, salto debido al Covid-19. La duda es por qué se esperaron hasta el miércoles para dar a conocer cifras que andaban por ahí desbalagadas. ¿Será porque dando ese brinco ahora sí podrán doblar o ir emparejando la curva? ¿Hay, o puede haber en esto un manejo político?
Mientras tanto, tan alardeada y festinada fue la noticia del susodicho regreso a la actividad que, al tercer día del anuncio, la tarde-noche del viernes pasado, mucha gente lo celebró en bares y cantinas que indebidamente fueron abiertas y la gente, particularmente joven, se arremolinaba desde temprano en conocidos expendios de vinos y licores para surtirse de todo: botanas, cervezas y, por supuesto, todo tipo de bebidas espirituosas. Y a festejar se ha dicho, como si hubieran cumplido al pie de la letra el confinamiento de escasos 70 días, cuando en Europa fue de más de tres meses. Por todos los rumbos de la ciudad se escuchó música hasta deshoras de la madrugada.
Si bien es cierto que las autoridades tuvieron gran parte de culpa del desfogue desordenado porque ya les urgía ceder a la apertura de negocios por cuestiones económicas, no es menos cierto que la culpa de lo que va a suceder en estas dos semanas es de todos por no tener un poco más de predisposición a un poco de sacrificio y disciplina.
El problema ahora es que los días de sana distancia se pueden extender aún más allá de la prórroga que se hizo en Jalisco y varias entidades federativas más, y los más perjudicados serán quienes sí se ajustaron a las normas y al interés por detener los contagios que están en pleno apogeo.
Nadie sabe ─ni siquiera el propio subsecretario López Gatell, que a cada rato se enreda con los números y las estadísticas─ hasta dónde va a llegar, consecuentemente, la cifra de víctimas fatales, en mucho por mera negligencia e importamadrismo, pues muchas personas siguen sin creer lo que ven en tanto no llegue a los suyos.
Y no en balde se quejan algunas autoridades y, sin duda, mucho más el personal médico que, junto con los pacientes, es el que más sufre las consecuencias, y luego muchos se sienten ofendidos cuando, sin eufemismos, llamó al pan, pan y al vino, vino, por el desorden del “puente” del 5 al 10 de mayo y… asueto. nueva normalidad
Quizás nos falte a la población ver desde el ángulo médico y paramédico; desde el punto de vista de los que están en el famoso frente de batalla y cuyo resultado ha sido, en ya muchos casos, el contagio y la misma muerte.
Por ejemplo, desde principios de la semana circula en redes sociales un texto que atribuye a un especialista del Hospital Civil sobre la situación que ahí prevalece y da luces de lo que sucedía cuando se estaba a punto de llegar a las 10 mil muertes por Covid-19.
Antes de citar, el galeno (por hoy me reservo su nombre), que “en los últimos tres días casi se llenaron los hospitales públicos de la ciudad”, se pregunta: “¿Falta de liderazgo nacional? ¿Ineptitud de las autoridades? ¿Incredulidad histórica de la población a malos gobiernos recurrentes de todos los colores y sabores? ¿Fanatismos alimentados por populismos irresponsables aprovechándose del hartazgo crónico y decepción de gobierno tras gobierno? ¿Indisciplina natural e inherente a la raza de bronce? ¿Simple ignorancia? ¿Sistema de Salud fragmentado y en estado crítico por décadas de corrupción? ¿Simplemente la historia natural de lo que tiene que pasar con la enfermedad nueva?
“Sabemos de la urgencia económica y la necesidad de trabajar en una sociedad en la cual sólo el 40% recibe un salario formal… Lo que no se debe permitir es el que se salga más de control por simple irresponsabilidad civil y escepticismo, ridículas teorías de un ‘nuevo orden mundial’ orquestado por no sé quién”. nueva normalidad
Aclara que parte de la causa de que dichos nosocomios estén llenos es que, aparte del Covid-19, se atiende un sinnúmero de enfermedades del 60% de la población sin seguridad social, y los hospitales públicos han sufrido falta “de atención en forma crónica por un sistema saqueado e insuficiente”, que ahora se revierte en contra de los necesitados como “daño colateral de la pandemia”.
Asienta que su especialidad no es infectología ni epidemiología, pero que a diario colabora y habla con “responsables y comprometidos que merecen todo mi respeto”, pero sí labora para la población más vulnerable y “de mayor riesgo de presentar esta enfermedad de forma fatal y que han sido gravemente impactados por la misma”, y que pacientes suyos en espera de su intervención en su ámbito “ya han muerto como victimas del Covid-19 sin haberlo padecido”. nueva normalidad
Critica que desde lejos, sin ver la realidad, se formulen proyecciones sin gran fundamento: “…trabajo en hospitales donde veo la realidad sin el maquillaje gubernamental, de los medios de comunicación ni de las matemáticas cuadradas que no siempre se aplican en las ciencias biomédicas donde se tienen muchas carencias y se ignoran muchas variables para poder sostener hipótesis infalibles”.