OPINIÓN DE ARI GARCIA PADILLA: LA MARCHA QUE NADIE ESPERABA

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 En el año 2018 se cumplieron cuatro años de la desaparición de los 43 estudiantes normalistas de Ayotzinapa, y como es costumbre en muchos rincones del mundo, el uso de la libertad de expresión por medio de marchas pacíficas, se dio una vez más en el Zócalo capitalino por dicha razón.

Familiares, amigos, organizaciones civiles y estudiantes, entre otras personas que comparten y se solidarizan por el suceso violento e impune, caminaron por las calles del Paseo de la Reforma del Ángel de la Independencia y otros vistos en la Glorieta de Insurgentes, logrando reunir alrededor de 10 mil personas.

Todos ellos con un solo objetivo, manifestarse en contra de las autoridades por la poca o nula respuesta de sus responsabilidades de investigación, y por la demanda de justicia y condena de quienes no hicieron su trabajo como tiene que hacerse.

Las múltiples marchas organizadas por CNTE y el magisterio en distintas ocasiones por la inconformidad de la reforma educativa impulsada por el ex presidente Enrique Peña Nieto, mostraron musculo de sus integrantes y de quienes apoyan su causa originarios de diversos estados del país, a las que en alguna ocasión fueron respaldados por familiares de los 43 normalistas, todos ellos le enseñaron a México sobre la capacidad social de manifestarse libremente ante una situación de inconformidad y de la falta de respuesta y acciones por parte de las autoridades en curso.

La Glorieta de los Niños Héroes en la perla tapatía, ha sido sujeta en repetidas ocasiones de marchas por los casos de jóvenes desaparecidos, incluso adoptándola como “La Glorieta de los Desaparecidos”

Pero todas estas marchas y otras mas que no citamos aquí pero que son de notorio conocimiento y recuerdo de la ciudadanía, tienen algo en común, una razón clara y justa que los acompaña de tiempo atrás y con sucesos que los han afectado directamente logrando sumar masas de afectados también indirectamente.

Sin embargo, lo que vimos el pasado domingo 5 de mayo, no fue la marcha que muchos esperaban, o que pocos en realidad sabían, quizás por la poca difusión, quizás la razón inestable con la que fueron convocados quienes sí tuvieron conocimiento, quizás un interés político que una minoría comparte o una mayoría que no comparte, quizás también el enfrentarse a una popularidad fortalecida del personaje al que atacaron, quizás las circunstancias diferenciales entre el presidente actual y el anterior que pudieron pensar surtirían los mismos efectos de golpeteo social, o simplemente, la logística y sus participantes que no fueron los que siempre asisten a las marchas que comúnmente conocemos.

Esto marcó una diferencia que no esperaban, ya que el resultado no fue en realidad el que pretendían mostrar ante todos los medios de comunicación y de redes sociales, lo que en verdad se visualizó y se vivió en estos medios, fue un ataque en contra de la marcha llamada fifi, o Marcha del Silencio.

Algunos medios dicen que la marcha fue distinta a las vistas, en el ámbito de que no existieron acarreados, con gente de clase media social que comúnmente no suelen si no es que nunca han participado en estos mítines, otros hablan del costo que les genero el acarreo contrario a lo dicho, cartelones que contenían la negatividad ante las acciones de gobierno de AMLO, la autoproclamación de no ser “idiotas” pero si llamarlos así a los “fifis” , y las múltiples burlas y ataques de todo el contenido del resto de las pancartas en las redes sociales, todo esto solo demostró una cosa, la popularidad del presidente sigue estable.

Ciertamente hay exigencias en todos los sectores sociales de las acciones hechas y las propuestas que no han sido implementadas por el presidente, sin embargo, la metodología de una marcha que comúnmente funcionaba en sexenios anteriores, no dio el resultado al que se estaba acostumbrado.

Pongo un ejemplo, si esta marcha hubiera sido convocada en el marco de la administración de los ex presidentes Enrique Peña Nieto o Felipe Calderón, podemos asegurar que su impacto sería rotundamente inmenso a diferencia de la vista el pasado domingo, con un efecto en todos los medios sociales y de comunicación devastador para su estabilidad gubernamental, de imagen y capital político, quizás a un grado internacional, que está por demás decir, si sucedió.

La popularidad del presidente sigue estando en un punto medular fuerte y estable en su aprobación de su imagen, gobierno y acciones que realiza, existe tendencia que baja y sube, pero esto no implica una afirmación de desaprobación, y el mayor ejemplo es la comparativa a los ex presidentes anteriores.

La participación social y la libertad de expresión son puramente una herramienta de la democracia que forman parte de una serie de derechos ciudadanos que deben impulsarse y utilizarse cuando el estado meramente ha convertido su responsabilidad gubernamental en una burla, en un abuso, o en un atropello a los derechos humanos y a las libertades de cualquier índole, esto no quiere decir que apelamos el movimiento del pasado domingo, sin embargo, se debe tener cuidado con estas movilizaciones para no generar un caos participativo de expresión sujeto a cualquier inconformidad que no amerita esta magnitud de masas. Lo dijo el propio presidente e invitó a sus opositores a continuar manifestándose y eso se comparte.

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