Opinión: Los encontronazos en Morena

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Por Eduardo González Velázquez

01 de febrero de 2022.- Muchos pendientes y problemas de urgente resolución le dieron la bienvenida a Andrés Manuel López Obrador cuando llegó a la presidencia de la República en 2018. La mayoría tenían que ver con la salud de la nación que no pintaba nada bien. Además de eso, un asunto que debía atender era la organización y fortalecimiento de su partido Morena con miras a la sucesión presidencial, la renovación de poderes estatales y la conducción del país a partir de sacar adelante las reformas que, según el tabasqueño, son necesarias para concluir con éxito su gestión.

Las problemáticas iniciales se agudizaron por la pandemia de Covid19, lo que complicó sobre manera el accionar del gobierno federal. Fue necesario reasignar recursos y capital humano para hacerle frente a la emergencia sanitaria, así como suspender algunos programas económicos y sociales. En cuanto a la disciplina partidista, han sido los propios morenistas quienes se han encargado de alborotar el gallinero cada que tienen la oportunidad de cara a procesos electorales, a la renovación de las dirigencias nacional y estatales, y a la construcción de una agenda común para sacar adelante las reformas que les envían desde Palacio Nacional.

Este fin de semana pasado las dirigencias y los “liderazgos” (porque son varias) morenistas escenificaron una historia más de encuentros, desencuentros y encontronazos en el contexto de la VIII Reunión Plenaria del grupo parlamentario de Morena.

La reunión tenía como finalidad el establecer las estrategias parlamentarias para sacar delante de febrero a abril las reformas eléctricas, de la Guardia Nacional y electoral.

Luego de la poca disposición para crear un frente común, fue necesario que el secretario de Gobernación, Adán Augusto López Hernández, diera un manotazo “con todo respecto”, para que las y los legisladores se pongan a trabajar en un fin común. Tras la llamada de atención, la tensión aumentó el segundo día de trabajo. La exencargada del despacho en Bucareli y actual senadora, Olga Sánchez Cordero, hizo lo propio pidiendo el cierre de filas en torno al presidente de la República. Ambos personajes, López Hernández y Sánchez Cordero, insistieron en dejar atrás la división.

En otro escenario, el dirigente nacional de Morena, Mario Delgado, arremetió contra la oposición dentro de su partido, afirmando que en estos tiempos se está del lado del proyecto de transformación o se está en contra del presidente. No dejó pasar la oportunidad de llamar, a quienes no considera los verdaderos morenistas, “simuladores, oportunistas y ambiciosos vulgares que terminan haciéndole el trabajo sucio a la derecha”.

Así pinta el inicio del año legislativo para los fines que persigue López Obrador, bancadas y partido divididos, algunos buscando bajo otros colores contender a puestos de elección popular en caso de que Morena no los favorezca con la unción; y una oposición cada vez más dispuesta a vender caro sus votos para aprobar las leyes propuestas por el Ejecutivo federal. Veremos qué tanta atención y buen oficio le requieren las disputas intestinas morenistas al inquilino de Palacio Nacional, para evitar que sea su partido el que termine descarrilando su proyecto de Transformación.

 

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