Prensa amordazada, la marca del alfarismo

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Columna invitada

Por Amparo Reyes

14 de diciembre de 2021.- La lista de comunicadores que han sufrido el embate del alfarismo por las agresiones del gobernador, Enrique Alfaro o el maltrato de los candidatos o funcionarios emecistas, es larga e incluye a hombres y mujeres de diferentes medios de comunicación, aquí algunos ejemplos:

Juan Carlos Partida, Jaime Barrera, Sonia Serrano, Víctor Hugo Magaña, Josefina Real, Gloria Reza, Lauro Rodríguez, Elsa Martha Gutiérrez, Agustín del Castillo y más recientemente, la excolaboradora de Notisistema, Rocío López Fonseca.

Enrique Alfaro ha hecho lo que ningún otro mandatario había logrado en Jalisco, unir al gremio de los comunicadores, pero en su contra. Incluso ni el panista Francisco Ramírez Acuña, a quien le gustaba presumirse como gobernante de mano dura, fue tan agresivo con los medios.

En Jalisco pocos reporteros pensaron que, con la llegada de Alfaro a la gubernatura, algún día iban a extrañar a Alberto Lamas al frente de la comunicación del gobierno del estado.

Lamas, es recordado por algunos de sus conocidos como el hombre que trabajaba en calidad de cadenero, en un antro de la periferia de Guadalajara. Después fue vendedor de publicidad de TV Azteca y de ahí brincó al estrellato como la pieza clave en los triunfos del exgobernador, Jorge Aristóteles Sandoval, asesinado el 18 de diciembre de 2020, en un bar de Puerto Vallarta.

Lamas primero vendió con pleno éxito la marca Aristóteles, para lograr la alcaldía de Guadalajara, en beneficio de Jorge, luego aplicó la misma dosis para garantizar el triunfo de su jefe en la búsqueda de la gubernatura (en 2013). Antes de las elecciones del 6 de junio de 2021, Lamas se dejaba ver como asesor de Movimiento Ciudadano (MC).

Por desgracia para los reporteros y los medios en Jalisco, Enrique Alfaro tiene perfectamente medida la capacidad de respuesta de los periodistas, sabe que se trata de un grupo primordialmente desunido y no siempre solidario; sabe que basta con una llamada para parar notas o dictar cabezas, en algunos de los principales medios y que su equipo puede controlar los daños colaterales provocados por sus agravios.

Alfaro cree que sus empresas destinadas a publicitar su imagen, como La Covacha, siempre podrán darse el lujo de controlar las tendencias críticas o negativas en su contra. No quiere darse cuenta que los reporteros no son sus empleados.

Hace unos días Salvador Caro Cabrera, diputado federal emecista y miembro de la bancada jalisciense, presumía en redes sociales la llegada a su equipo de trabajo de Carlos Delgado Padilla, alias El Weren. Quizás Salvador Caro, no se percató de que Delgado Padilla es visto por decenas de periodistas en Jalisco como “Lord Censura” y el gatillero de Alfaro.

Ese exfuncionario era el encargado de hostigar a quienes no respetaban la línea dictada por Alfaro, él siempre tomó en consideración que un telefonazo o un mensaje directo al jefe de redacción o a dueño de medio bastaban para evitar la circulación de notas críticas.

Al cumplirse su tercer año de gobierno, resulta absurdo e increíble que el gobierno de Jalisco, lejos de aceptar el problema de fondo y reconocer las 24 agresiones a periodistas señaladas por la Comisión Estatal de Derechos Humanos, se diga violentado en su derecho de defensa. Además de que, en términos de burla, considere sin sustento las pruebas presentadas de agravio a periodistas en notas periodísticas, videos y audios.

Es tiempo de que alguien le explique al mandatario que los reporteros no están en guerra contra él.

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