Racismo y criminalidad policial. Contradicciones y conflictos sociales en un imperio decadente (I)

NYC action in solidarity with Ferguson. Mo, encouraging a boycott of Black Friday Consumerism.

Román Munguía Huato                    racismo

 

           

Estados Unidos tiene un problema muy serio. El problema que tiene Estados Unidos somos nosotros. Nosotros somos su problema… los llamados negros; ciudadanos de segunda, ex-esclavos…

 No hay capitalismo, sin racismo.

 Malcolm X

 

 La ascensión al cielo                  racismo

El lanzamiento del cohete Falcon 9, con la capsula Crew Dragon –tripulada por dos astronautas–, ambos propiedad de la empresa SpaceX, del magnate de origen sudafricano Elon Musk, se realizó el sábado 30 de  mayo pasado. Cerca de 10 millones de personas siguieron en vivo el lanzamiento, según la NASA. Solamente habían transcurrido cinco días del asesinato del afroamericano George Floyd en la ciudad de Minneapolis, Minnesota, a manos del policía Derek Chauvin.

Pero, ¿que significan ambos sucesos? Uno es un hecho violento criminal racista y otro es una proeza de naturaleza tecnológica–científica. Por supuesto, no existe ninguna relación directa y mecánica entre ambos hechos; sin embargo… existe una relación, aunque distante, porque estamos hablando del mismo país profundamente contradictorio. Empecemos por el segundo: La historia de los viajes espaciales fueron producto de la Guerra Fría entre Estados Unidos y la Unión Soviética y tenían que ver tanto con aspectos bélicos y también como muestra de logros tecnológico–científicos. La competencia entre las potencias comenzó. El 12 de abril de 1961, los soviéticos lanzaron una nave tripulada por Yuri Gagarin. Pero, semanas después, el 5 de mayo del mismo años, los estadounidenses pusieron un hombre en el espacio, Alan Shepard.

El lanzamiento del cohete Falcon 9 representa el neoliberalismo a ultranza del gobierno estadounidense, pues significa la privatización creciente de espacios económicos y de investigación científica–tecnológica a manos del capital privado. Desconocemos si ha habido subsidio con fondos públicos a esta empresa aeroespacial, pero desde hace décadas ha habido un continuo saqueo de los programas sociales de los gobiernos en sus diversos niveles.

La potencia económica estadounidense se empieza a consolidar a partir de principios del siglo pasado con base a la pujante industrialización iniciada desde las tres últimas décadas del siglo XIX, y es con la Segunda Guerra Mundial que se impulsa notablemente el proceso de investigación científica de la física nuclear con fines bélicos y décadas después la investigación aeroespacial. La dinámica de la acumulación de capital imperialista desde la cuarta década del siglo pasado necesariamente tenía que destinar un excedente económico de fondos públicos para la investigación científica y su aplicación tecnológica, especialmente de naturaleza militar.

La historia tecnológica e industrial de los Estados Unidos describe el surgimiento de esta nación como tecnológicamente la más poderosa y avanzada del mundo. El impulso de las fuerzas productivas derivadas por el desarrollo del capital monopólico imperialista fue vertiginoso y sigue siendo en menor medida, pero al mismo tiempo contradictoriamente este desarrollo impulsó aceleradamente las fuerzas destructivas con un armamento de exterminio masivo jamás conocido en la historia de la humanidad.

 

El descenso al infierno… Algo de la historia universal de la infamia

Pese a todo el avance científico–tecnológico, industrial, con fundamento en un desarrollo extraordinario del capital sustentado, a su vez, por el poderío militar de un imperialismo, la sociedad estadounidense es profundamente desigual en las condiciones de vida material y espiritual de sus clases sociales. Existe, como en todos los países, un desarrollo desigual y combinado. El hecho de que el uno por ciento de la población detente casi el 40 por ciento de la riqueza del país es un ejemplo de la creciente brecha entre ricos y pobres, pues estos últimos, el 90 por ciento de las familias con menos ingresos ahora solo tiene el 22.8 por ciento de la riqueza. Estados Unidos, precisamente por esa enorme concentración del ingreso en una minoría oligárquica, tiene una enorme población viviendo en pobreza relativa; pobreza relativa porque siendo un país extraordinariamente rico gran parte de su población podría estar en mejores condiciones de bienestar, y esa pobreza social se encuentra especialmente en las poblaciones étnicas afroamericanas, asiáticas, latinas, etcétera. La dialéctica social e histórica de esta nación se manifiesta en un extraordinario avance de la ciencia y la tecnología frente a un atraso civilizatorio. También se podría entender esta contraposición con que los  civilizados  somos  nosotros, los blancos supremacistas y  los  bárbaros  son ellos,  los  otros,  entendiendo  por  “ellos”  los negros y demás minorías étnicas. Pero bien podría ser al revés. La dialéctica de la barbarie civilizada, diría Michael Lowy [https://rebelion.org/barbarie-y-modernidad-en-el-siglo-xx/].

Pero, esta población negra y las minorías étnicas, en su mayoría, además de estar viviendo en condiciones precarias (laborales, vivienda, salud, educación, etcétera),  sufre una terrible discriminación racial de amplios sectores de población blanca supremacista ultraconservadora política e ideológicamente, y esto incluye, por supuesto, a muchos del personal policiaco. Estados Unidos tiene el 4.3 por ciento de la población del planeta y posee cerca de la mitad de los 857 millones de armas en manos de civiles en el mundo. También el mayor número de asesinatos masivos… La historia de esta nación es la de una nación hiperviolenta socialmente; en su momento lo sería militarmente con otras naciones.

La dialéctica del amo y del esclavo. El amo es amo mientras exista el esclavo, y el esclavo es esclavo mientras exista el amo. Aunque desde 1607 ya había un asentamiento inglés, Jamestown, Virginia, la primera colonia permanente británica en las Américas, iniciando la historia de un exterminio brutal y sangriento de los indios nativos, no fue sino hasta 1620 cuando llegaron los primeros colonos a Nueva Inglaterra –los Pilgrim Fathers (Padres Peregrinos)– a consolidar los asentamientos europeos en estas tierras. Por supuesto, desde 1607 hubo masacres en ambos bandos, pero quienes finalmente resultaron exterminados fueron las tribus indias pequotes. Entonces, desde principios del siglo XVII, la violencia forma parte de la historia de este país. Parafraseando a Marx, Estados Unidos, desde las 13 colonias inglesas, nace chorreando sangre y lodo por todos los poros, y a eso contribuye notablemente la esclavitud como forma de violencia laboral, social, cultural y política. Marx dice: “En general, la esclavitud encubierta de los obreros asalariados en Europa exigía, como pedestal, la esclavitud sans phrase [sin reservas] en el Nuevo Mundo”. Y añade: “Antes de la trata de negros, las colonias no daban al mundo viejo más que unos pocos productos y no cambiaron visiblemente la faz de la tierra. La esclavitud es, por tanto, una categoría económica de la más alta importancia”. Entonces, el desarrollo del sistema de plantaciones esclavistas algodoneras y el comercio negrero que las avitualla con mano de obra desde las costas africanas, fue fundamental para el progreso capitalista estadounidense. Esta esclavitud fue una de las determinaciones del proceso de acumulación originaria de capital en esa nación; una acumulación de capital después poderosísima capaz de poner en órbita a decenas de astronautas como los del Falcon 9.

El gran historiador estadounidense Howard Zinn [1922–2010] dice en su libro La otra Historia de los Estados Unidos. Desde 1492 hasta el presente: “No hay país en la historia mundial en el que el racismo haya tenido un papel tan importante y durante tanto tiempo como en los Estados Unidos. El problema de la ‘barrera racial’ o color line –en palabras de W.E.B. Du Bois– todavía colea.” Muy cierto, tan colea furiosamente que tenemos el asesinato de George Floyd perpetrado el lunes 25 de mayo pasado. La violencia capitalista encarna terriblemente en la violencia racial clasista. El racismo sutil o violento, en cualquier parte del mundo, es inherente a la sociedad clasista; es una pandemia congénita a esta sociedad y forma parte de la barbarie civilizada…

Así empezó la historia de la infamia: En 1619 llegaron cerca de Jamestown, Virginia, los primeros 19 negros esclavos llevados por comerciantes neerlandeses que se habían apoderado de un barco español de esclavos. Zinn dice que: “En las colonias inglesas, la esclavitud pasó rápidamente a ser una institución estable, la relación laboral normal entre negros y blancos. Junto a ella se desarrolló ese sentimiento racial especial –sea odio, menosprecio, piedad o paternalismo– que acompañaría la posición inferior de los negros en América durante los 350 años siguientes –esa combinación de rango inferior y de pensamiento peyorativo que llamamos ‘racismo’. Todas las experiencias que vivieron los primeros colonos blancos empujaron y presionaron para que se produjera la esclavitud de los negros”. Doce millones de africanos fueron llevados a América entre el siglo XVI y el XIX. De ellos, se estima que 645 mil fueron enviados a lo que hoy se conoce como Estados Unidos. En 1860 llegó a Alabama el último barco negrero estadounidense, el Clotilde. A bordo iban más de un centenar de esclavos capturados en África. De 1790 a 1860 –dice Howard Zinn– “se pasó de 500.000 esclavos a 4 millones. El sistema, trastocado por las rebeliones de esclavos y las conspiraciones, desarrolló en los estados sureños una red de controles, apoyada por las leyes, los tribunales, las fuerzas armadas y el prejuicio racial de los líderes políticos de la nación.” Años más tarde, las leyes “Jim Crow” se refieren a las disposiciones estatales y locales que desde 1876 se multiplicaron en el Sur, y que consagraron un sistema de segregación racial bajo el principio de “separados pero iguales”, aunque la igualdad era inexistente. Tales leyes fueron derivadas de los códigos negros (1800-1866), que también habían limitado los derechos civiles y las libertades civiles de los afroestadounidenses. Durante el nazismo, mucha legislación racista se inspiró en las leyes estadounidenses para someter a las minorías étnicas consideradas no arias.

En su libro Historia universal de la infamia, en “El atroz redentor Lazarus Morell”, Jorge Luis Borges escribió un poco sobre la esclavitud negra encadenada a las plantaciones cercanas al río Mississippi. Por supuesto, pudo haber elaborado un capítulo más grueso sobre el tema.  Borges escribe: “A principios del siglo XIX (la fecha que nos interesa) las vastas plantaciones de algodón que había en las orillas eran trabajadas por negros, de sol a sol… Los propietarios de esa tierra trabajadora y de esas negradas eran ociosos y ávidos caballeros de melena, que habitaban en largos caserones que miraban al río —siempre con un pórtico pseudo griego de pino blanco. Un buen esclavo les costaba mil dólares y no duraba mucho. Algunos cometían la ingratitud de enfermarse y morir. Había que sacar de esos inseguros el mayor rendimiento. Por eso los tenían en los campos desde el primer sol hasta el último; por eso requerían de las fincas una cosecha anual de algodón o tabaco o azúcar.”

Sabemos por Marx que el trabajo asalariado moderno es la esclavitud moderna, la esclavitud salarial. Esto es un hecho inobjetable dentro de las relaciones sociales fincadas por el capital, pero una cosa es el despotismo del capital y la explotación del trabajador asalariado en el proceso de producción y otra cosa es añadir la discriminación social sutil o violenta, y la segregación racial territorial hacia las minorías étnicas laborantes en muchos países del planeta. Que esto suceda en la nación que se jacta de ser muy civilizada y democrática hace pensar que los valores morales de la clase dominante y del poder político en los Estados Unidos sea una ficción absoluta.

 

“I can´t breath” (no puedo respirar)

El asesinato brutal de George Floyd se suma a las decenas de miles de crímenes de negros perpetrados por los blancos racistas desde siglos atrás quienes han fungido como poder dominante, en tanto clase oligárquica–burguesa. No es un incidente fatal aislado. Su crimen es uno más de los casi 280 asesinatos de afroamericanos por elementos policiacos que ocurren cada año en Estados Unidos. Existe una altísima proporción con que disparan contra hombres negros: de acuerdo con un estudio conducido por la Universidad de Rutgers, 57 por ciento de las personas muertas a manos de la policía en 2017 no representaba una amenaza con armas de fuego, mientras la organización MappingPoliceViolence (Cartografía de la Violencia Policiaca) registra que las personas negras tienen tres veces más probabilidades de morir a manos de la policía que las blancas. En este país existe un racismo de Estado, pues hay violencia racista institucional que permea casi toda la superestructura jurídica–política. La policía es una fuerza represiva del aparato de estado. Este asesinato es resultado de toda una cultura ancestral de odio racista y sus atrocidades. El racismo, latente o manifiesto, se ha incubado históricamente en todas las sociedades clasistas. La evolución del poder y el dinero en los Estados Unidos hacia posiciones más ultraconservadoras y derechistas es claramente un síntoma de la decadencia imperialista. Eso explica, probablemente, que el actual presidente Donald Trump tenga una simpatía “oculta” hacia las posiciones más retrogradas y criminales como la organización siniestra del Ku Klux Klan, pues sus padres pertenecieron a ella.

 

George Floyd, de 46 años, fue asesinado por la policía de Minneapolis a plena luz en la fecha del Memorial Day (Día de la Conmemoración de los Caídos ). El video muestra a Floyd esposado y bloqueado bajo la rodilla de un policía aplastándole la garganta contra el piso durante 9 minutos. Se oye a George Floyd diciéndole al oficial que no puede respirar y diciéndole “No me mates”. En el video se puede oír a la gente que le ruega al oficial de policía que no mate al hombre. La herida del racismo, un trauma fundacional de este país, donde hasta los años 60 los negros vivían segregados, sigue sin cerrarse y ahora sangra por Minneapolis. George Floyd murió por la pandemia histórica del racismo y la discriminación.

 

Este vil asesinato es la cruda y violenta manifestación de una sociedad desgarrada consigo misma. Es la herencia histórica del esclavismo de cuatro siglos; para citar a Marx: “La tradición de todas las generaciones muertas oprime como una pesadilla el cerebro de los vivos.”

 

 

Continuará…

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