Se recrudece la violencia. ¿Las autoridades en dónde están?

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Es un hecho irrefutable que se ha recrudecido la violencia en Jalisco y los homicidios, la mayor parte por presuntos ajustes de cuentas, han repuntado de manera exponencial en los últimos días, sobre todo en la zona metropolitana de Guadalajara (ZMG).

Lo peor es que las propias autoridades lo sabían y poco o nada hicieron para evitar lo que ahora lamentamos. Al menos, por ningún lado se ven estrategias encaminadas hacia ese objetivo para contrarrestarlas, en ninguno de los niveles de gobierno.

La semana pasada –del lunes 18 al día de ayer, lunes 25–, se cometieron, al menos, 50 asesinatos, únicamente en el entorno urbano, es decir, en los municipios de Guadalajara , Tlaquepaque, Tonalá, Tlajomulco y El Salto, principalmente, sin contabilizar los que pudieron haber ocurrido en las demarcaciones fuera de la ZMG.

De acuerdo con una nota de Juan Levario, reportero de El Diario NTR, solamente del 18 al 22 de febrero hubo 10 muertos por día, y puntualiza que de los 71 homicidios intencionales habidos en Jalisco, 59 fueron en el Área Metropolitana de Guadalajara.

En el lapso anotado, esta capital registró 15 casos, Tlaquepaque 12. En algunos hubo homicidios dobles o múltiples.

Pero el asunto no ha parado ahí, pues hasta ayer, como ya lo anotamos anteriormente,  sumaban ya, mínimamente, medio centenar de muertos por esta ola de violencia en la que están incluidas, al menos, tres mujeres.

En la misma lista se cuentan los casos de los tres mandos policíacos de Tonalá, quienes primero fueron secuestrados tras haber renunciado a sus encargos para incorporarse posteriormente a la Policía Estatal. Días después aparecieron muertos. Se trata del excomisariado Octavio García y sus segundos, Gilberto Casillas y Javier Raudales. Se ignoran las causas.

Días antes había sido asesinado el director de Policía de Mezquitic, Ángel Silverio Franco.

Más todavía: entre martes y miércoles de la semana pasada se contabilizó un homicidio casi cada hora en promedio en la entidad, según recuentos periodísticos.

Poco antes del cierre de esta columna, otras dos personas fueron ultimadas en la colonia Echeverría, en donde ya se habían registrado otras ejecuciones.

Por otra parte, de acuerdo con un recuento efectuado por la reportera Elizabeth Ibal, de El Occidental, en los primeros 24 días de febrero se habían registrado en todo Jalisco un total de 209 muertes violentas. Entre ellas hubo once femenicidios.

De ese total, 167 casos tuvieron lugar en la zona metropolitana y los demás en distintos municipios de la entidad.

El jueves 21 de este mes, el gobernador Enrique Alfaro Ramírez anunció medidas en torno a la inseguridad, particularmente en 12 municipios en donde se revisará a las corporaciones de policía. No mencionó de cuáles se trata y abundó: “Vamos a apretar tuercas y van a seguir pasando cosas”.

Añadió: “Vamos a ver en los próximos días reacciones y reacomodos producto de que este gobierno no protege ni pacta con delincuentes”.

Antes, habían llegado ya a Jalisco al menos 600 agentes federales de las fuerzas armadas, pero hasta ahora nada se ha sabido de su accionar.

Todo indica, por los resultados verdaderamente adversos y muy lamentables,  que ni Alfaro Ramírez aquí ni Andrés Manuel López Obrador a nivel nacional, tienen aún idea de cómo terminar con el tsunami de asesinatos.

Todo indica, hasta la fecha, que ninguno de los dos tiene un plan preciso, una estrategia eficiente de combate a la inseguridad. ¿Lo tendrán los municipios? Mucho menos.

En Jalisco, como en buena parte del territorio nacional, se siguen dando palos de ciego en esta materia.

¿Pero quién de nuestros gobernantes se ha preocupado por empezar desde ahora, y desde la educación básica, con materias y programas de formación como el respeto por los demás, por aquellas máximas: “No hagas al otro lo que no quieras para ti”, “tienes derechos pero también tienes obligaciones que empiezan por el respeto al otro”?

¿En dónde están, carajo, las clases de civismo, de urbanidad en las escuelas públicas que estaban dirigidas al amor a la patria, a nuestro símbolos que nos dan identidad y nos hacen un poco más altruistas que egoístas?

¡En mala hora el presidente Luis Echeverría borró de los planes de estudio el civismo y terminó aplastando la libre manifestación de las ideas en el 68 –de la mano de Díaz Ordaz– y la libertad de expresión con el golpe al símbolo del periodismo nacional!

Por eso estamos como estamos, con esta espiral de violencia. No se va al origen de todo esto. Y no es cuestión únicamente de marginación. Hay muchas más cuestiones de fondo que no se tocan, por desgracia.

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