¿Tardanza, engaño o verdades a medias?

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Partidiario

Criterios

 

Al tiempo que en Culiacán se concentraban, ahora sí, cientos de militares más para reforzar la vigilancia en la ciudad luego de la derrota el jueves 17 tras la captura y liberación de Ovidio Guzmán López –y muy probablemente su medio hermano, Iván Archivaldo–, el lunes 21 en Michoacán el Cártel Jalisco Nueva Generación desfilaba sin obstáculos haciendo alarde de poderío.

Decenas de camionetas marcadas con las siglas CJNG, artilladas con Barrett 50 (antiaéreos) y, al menos, con dos hombres a bordo cada una, mostraron músculo como ya lo hicieron antes en Zamora y otros municipios las mismas huestes de El Mencho, Nemesio Oseguera Cervantes, sin que autoridad alguna los molestara.

Las milicias de El Mencho se hicieron presentes a temprana hora en el crucero del poblado de Atapan, sobre la carretera Zamora-Los Reyes de Salgado, que luego se bifurca hacia Tepalcatepec, Buena Vista Tomatlán y Apatzingan. En el lugar bajaron a los pasajeros de un autobús y lo incendiaron.

Casual, o previsto, este suceso tuvo lugar a los ocho días exactos de que la misma organización diera muerte a 13 o 14 policías estatales que se dirigían a Aguililla, municipio en donde nació El Mencho.

Fue también casi a la misma hora del lunes 14 de este mes cuando en la conferencia tempranera en Palacio Nacional, Alfonso Durazo hablaba del punto de inflexión del crecimiento de la violencia en el país. El líder de CJNG, aseguran las autoridades, pretende apoderarse de su tierra natal, y de la región, en una lucha encarnizada contra el cártel de Los Viagra.

Este acontecimiento bien podría encuadrarse dentro de lo que ya es una especie de rutina en esa región tarasca, pero cobra particular relevancia porque se da en el todavía latente problema de la refriega en Culiacán hace menos de ocho días, en donde ahora se concentra la atención oficial y, sobre todo, la mayor parte de los cuerpos de élite militar.

Esta situación bien podría haber alentado dicho accionar, porque es allá y no acá en donde se centra actualmente la atención gubernamental.

Por ende, no es de dudar que, aprovechando esta coyuntura, el CJNG u otros grupos similares puedan tener mayor movilidad en dicha región, donde en muchas poblaciones, muchas más de las que se piensa, impera el mandato del crimen organizado sobre cualquier otra autoridad, y no es infrecuente tampoco que, de seguridad, las mismas autoridades municipales estén copadas por tales grupos. Al menos condescienden muy frecuentemente con ellos.

Además, vistas con detenimiento las cosas que tuvieron lugar en el centro del poder del Cártel de Sinaloa, en donde el Gabinete de Seguridad Nacional falló al ordenar la liberación de su o sus presas, Guzmán López y Guzmán Salazar, no sería extraño que situaciones como esa se repliquen en mayor o menor medida aprovechando vacíos de poder estatal o federal.

Por otra parte, de acuerdo con el politólogo y analista Alfredo Jalife, simpatizante de Morena, no sería de extrañar que en lo acontecido en Culiacán haya habido mano negra para “desestabilizar, e incluso para derrocar al presidente”. Así lo dijo recientemente.

Tanto más que a López Obrador pudieron haberle retrasado la información o no decirle la verdad completa desde el principio, más por la falta de destreza de Durazo en estos menesteres que por algún oscuro interés.

Creo más bien que fue el rápido accionar de aquel cártel sinaloense y el cúmulo de sicarios y armas a su disposición, aparte del perfecto conocimiento de la ciudad y sus vericuetos, sin faltar algunas complicidades y fugas de información o “pitazos” que pudieran haberse presentado.

También pudo ocurrir, por parte de los operadores que quisieron dar el golpe a los Guzmán, que haya habido una mala lectura de la información que un mes atrás habría recabado el director interino de la DEA, Uttam Dhillion, que estuvo de visita en dicha capital y se reunió con el gobernador Quirino Ordaz Coppel. Ríodoce dio cuenta de ese encuentro ocurrido a mediados del mes pasado. Falta mucho por averiguar.

Lo que sí resulta increíble –y lo comenté en esta columna en mis dos entregas anteriores, la del sábado 19 y la del lunes 21–, es que el secretario de Seguridad, Alfonso Durazo, y el Consejo de Seguridad, ocasionaron un vacío de información que nadie llenó. Pasaron cinco horas, como ya lo señaló en esta misma página de partidero.com Bernardo Jaén. Luego, la primera versión que dieron resultó contradictoria, que mientras una unidad del Ejército hacía patrullaje se encontraron con…

Posteriormente, nervioso y con titubeos, en la conferencia de prensa ese mismo día 17, aportaría más datos, pero imprecisos, de lo sucedido en la refriega, dejando varios cabos sueltos. Mientras, videos y referencias múltiples en las redes sociales daban un acercamiento. Siguieron los rumores. Luego, declaró a la agencia inglesa Reuter que se había dejado libre al detenido Ovidio por falta de orden de cateo. Y así se la fue llevando.

Más tarde informó que se había dejado libre al detenido para salvar la vida de militares retenidos por los sicarios. Y así, a cuentagotas.

Mi duda ha sido, desde que se conoció la causa de la capitulación: ¿cómo es que se tomó como rehenes a unos soldados en medio de la balacera, tan armados como los pistoleros? Y se despiden como si nada, si no con abrazos, sí de mano. No acabo de entender.

Siguieron los vacíos hasta la mañana siguiente. Ya en Culiacán, los integrantes del consejo aportaron más datos: heridos, muertos y fugados del penal. Lo positivo fue que admitieron errores graves de estrategia. Pero también externaron que se precipitaron los responsables del operativo,  que fue sin el conocimiento del secretario de la Defensa, Luis Crescencio Sandoval.

¿Cuándo un mando militar se salta las trancas sin avisar al secretario tratándose de un operativo tan delicado y riesgoso, en plena ciudad y cuando el movimiento es mayor?

Y así hay muchas interrogantes sin respuesta que no caben en la cabeza.

Alguien, entonces, ¿enteró a medias al presidente? ¿Acaso no se le informó anticipadamente, y por qué, del ahora fallido operativo? ¿Quién acordó todo?

La Fiscalía General anuncia una investigación a fondo. Que la haga, sin prejuicios y sin otros intereses que conocer la verdad. Que pague quien deba pagar.

De lo contrario, ésta y otras historias, similares o peores, pueden repetirse y, en medio, la sociedad: niños, mujeres, adultos y ancianos.

Confiemos, pues, en la buena fe, capacidad y honradez de los investigadores para el bien de todos, ahora sí.

Lo bueno es que se evitó un mal peor, en que se pudieron perder muchas vidas. Tienen que prevenir el futuro. Y para eso se requieren trabajos de inteligencia anticipada.

Foto: EFE

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