Tiempos difíciles, la pelota puede esperar

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Más que un juego

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Distintas situaciones políticas y sociales mueven partidos a nivel internacional

Versa el adagio del estratega italiano Arrigo Sacchi, quien precisamente se encuentra en nuestro país para su investidura al salón de la fama de la FIFA, que el fútbol es lo más importante de los menos importante; y justo en este entorno mundial de conflictos sociales, el deporte más hermoso del mundo debe esperar para mejor ocasión en diversos duelos.

Las protestas en Cataluña, realizadas por quienes desean la independencia de esta región de España de la Corona, llevaron a la reprogramación del clásico entre el Barcelona y el Real Madrid, del 26 de octubre pasado a diciembre próximo, ante el temor de que se convirtiera el Camp Nou en un foro del clamor independista. Además, se presumió que podían presentarse actos de violencia en contra de los jugadores merengues.

Semanas después, en el inicio de la llamada primavera chilena, en la que el supuesto modelo latinoamericano a seguir ─la final de la Copa Libertadores de América entre el River Plate y el Flamengo─ deberá disputarse en noviembre próximo en el Monumental de Perú.

Siendo este el primer esbozo de la preocupación de la sociedad chilena por reconstruir su nación, dejando el juego de lado, pues no solo el campeonato nacional está suspendido, ya que la asociación de jugadores se ha negado a que el fútbol sea una distracción o un elemento de disolución de las protestas o interés social.

Esta escalada llevó también a futbolistas de talla internacional de la selección andina, como Gary Medel y Arturo Vidal, a negarse a disputar el duelo amistoso ante Perú de la Fecha FIFA e incluso a especular de la continuidad de su estratega Reinaldo Rueda quien afirmó que si no hay fútbol, él para qué seguiría en el cargo.

Bolivia también forma parte de las naciones que decidieron mover de sede alguno de sus torneos internacionales asignados, ante la convulsión social de la dimisión forzada de la presidencia de su país de Evo Morales, declinando a recibir el sudamericano sub-22.

Incluso esta serie de conflictos han llegado hasta Israel, y es que el reciente ataque hacia la Franja de Gaza, ponen en entredicho el amistoso frente a Uruguay de la próxima semana en Tel Aviv.

Sabemos del enorme escenario que significa un estadio de fútbol para llamar a apoyar alguna causa o condenar la misma. Lo agradable en estos casos es que más allá de lo que los calendarios digan, algunos futbolistas y entrenadores han tomado partido por la gente, porque la resolución de conflictos es más importantes que cualquier torneo o partido, ya que la alegría de 90 minutos no logra aliviar más heridas profundas en las emociones colectivas.

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