Ucrania, el odio desatado

Ucrania, el odio desatado

Juan M. Negrete

26 de febrero.- Sin que nadie lo dispute, nota suprema del día y tal vez del año es la ruptura de hostilidades en este país eslavo, vecino de la poderosa federación rusa. En menos de doce horas, la implacable artillería rusa hizo añicos a la infraestructura militar ucraniana y permitió a las avanzadas militares del oso rojo ocupar prácticamente todo el territorio del país invadido. Las tropas ya rodean la capital, Kiev, y es cuestión de días, si no es que de horas, que este centro neurálgico sea tomado y rendido. Con la capitulación del bastión central del país, tendrá que seguirse por fuerza una nueva situación política de reacomodo estratégico y geoeconómico, que derive de estas medidas de fuerza.

Una explicación atinada de este conflicto no se limitará a unas cuantas variables. Es enredo viejo. Terminada la conflagración mundial en 1945, los ganones celebraron una reunión cumbre en Yalta y ahí se repartieron el mundo. Ucrania, vecina de Rusia, no recibió trato de distanciamiento en el bloque soviético, sino de cercanía doméstica o amistosa, como mejor se entienda. Pero en años recientes se estuvo ensayando con necedad a alejarlas y a enemistarlas.

Ver entonces que ahora, casi ochenta años después, haya fuerzas en el mundo que ensayen a convertir a Ucrania en un espacio del mundo occidental, por fuerza ha de obligar a que se entienda tal pretensión como a un ejercicio extralógico, ajeno a lo propio de vecinos arcaicos. La tensión generada por estos días que ya estalló proviene de la necedad de querer convertirla por la fuerza en miembro de la OTAN. Como que no embona buscar ligar a una región asiática, en el corazón del bloque continental, en miembro propio del bloque del océano atlántico.

Los gobiernos de la UE junto con los sajones, especialmente los USA, azuzan esta fórmula de inclusión. El gobierno ucraniano en funciones dio oído dulce a semejantes cantos de sirena. Desatada la ira rusa y sufriendo en vivo la invasión presente, ninguno de los ocoteros se ha fletado a los trompos al lado de la invadida. La dejaron sola. El titular ejecutivo, Volodymir Zelensky, no tuvo otra queja que reclamar a los buscabullas occidentales, sus falsos cuates: nos han dejado completamente solos. ¿Esperaba acaso otra cosa? ¿Habrá que hacerle saber a este pobre ingenuo que así paga el diablo a sus seguidores? Aquí con nosotros en México, la embajadora ucraniana Oksana Dramaretsk, exigió a nuestro gobierno que se pronunciara abiertamente en contra de la invasión e incluso le exigió que rompiera relaciones diplomáticas con Rusia. No cabe duda que en momentos como el actual se pierde toda dimensión racional y hasta la cordura. Parecía que no traía los transistores en su sitio.

Otra reacción desastrada es la que vino a escenificar el gobierno alemán. Ordenó suspender la certificación del gasoducto Nord Stream-2, con el que Rusia la abastecerá con suficiencia, a ella y a buena parte de Europa. Si el energético ruso no les va a llegar por esta vía, ¿de dónde se piensan abastecer? Pues de las fuentes de Estados Unidos, a costos mucho más altos, volúmenes insuficientes y entregas más lentas. ¿Así piensan hacerle frente al crudo invierno europeo? De acuerdo con la información disponible, las naciones europeas que reciben los mayores volúmenes de gas ruso son Finlandia (94% del total), Bulgaria (74), Eslovaquia (70), Alemania (55), Italia (46), Polonia (40) y Francia (24). Los gringos no poseen la capacidad suficiente para cubrir esta demanda. Pero en fin. Veremos qué más necedades trepan al escenario tras estos desaguisados insufribles. Menos mal que definimos a nuestra especie con los títulos de animal racional. ¿Qué tal si fuéramos irracionales?

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