UdeG, candil de la calle y oscuridad de la casa

No sé exactamente por qué, pero la Universidad de Guadalajara (UdeG) publicó este martes 18  una condolencia a un cuarto de plana en memoria del muy acaudalado empresario Plácido Arango, fallecido en Madrid, España, el día anterior, lunes 17 de febrero.

Arango, mexicano de nacimiento (Tampico, Tamaulipas 1931) pero español y particularmente asturiano de corazón, tiene en su haber la fundación en México de los supermercados Aurrerá y de los restaurantes Vips con los que hizo una gran fortuna. En 1965 se fue a vivir a la tierra de sus padres, en donde más tarde, con el capital acumulado en estas tierras todavía de conquista, creó en las ibéricas el mismo concepto de negocios.

Hace varios años vendió Bodegas Aurrerá a Walmart y hace menos de dos, la cadena Vips al grupo mexicano Alsea, que controla otras franquicias como Starbucks y Burger King, y, que se sepa, en México no hizo ─o no se conocen─ obras de beneficencia pública como sí las hizo en España.

El corresponsal de la revista Proceso en España, Alejandro Gutiérrez, describe a Arango como el personaje que en una cena que ofreció en su residencia en Madrid conectó a Carlos Salinas de Gortari con el empresariado español, “lo que dio pie a la oleada de inversiones de consorcios de este país en México, notoria a principios de los años 90”.

En boca del presidente Andrés Manuel López Obrador, se estaría hablando de la llegada de refuerzos de la política neoliberal de Salinas que vinieron a sentar sus reales en los ramos de la construcción, energía y finanzas, con avasallantes bancos como BBVA  (en un santiamén acabaron con Bancomer y nadie chistó) y Santander, que encabezaron la reprivatización y extranjerización de la banca mexicana que, hasta la fecha, no logra sobresalir.

En pocas palabra, con ese neoliberalismo llegó la reconquista del país por parte de los españoles, quienes pegaron en donde más duele: en el dinero, el capital. Baste recordar que aquella entidad financiera, de la que era consejero Arango, obtiene en México alrededor del 40 por ciento de sus ganancias totales, aún más, mucho más, que en la misma España en donde la banca está más controlada.

La susodicha condolencia reza así:

La Universidad de Guadalajara lamenta el fallecimiento de Plácido Arango, empresario mexicano, coleccionista de arte, benefactor y miembro del Comité de Honor de la Cátedra Latinoamericana Julio Cortázar desde su fundación. Extendemos nuestras condolencias a familiares y amigos. Firma la UdeG.

En efecto, a don Plácito Arango lo describen todas las crónicas, aparte de ser amigo personal del rey Juan Carlos, entre otros reconocidos hombres, como un gran coleccionista de obras de arte (al menos 300) y haber sido miembro de grandes patronatos, además de donador en el del propio Museo del Prado de la capital española y en el Museo de Bellas Artes de Asturias, e integrante de la Fundación Príncipe de Asturias.

También lo recuerdan como un gran benefactor…, pero en España. Para nada se menciona que haya hecho algo por su tierra natal, y menos por el país, salvo sus propios negocios.

Por eso tanto me extraña este pesar de la UdeG por su desaparición. Y tanto más que a la desaparición de no pocos ilustres hombres que han dado cátedra de vida y obra en la propia casa de estudios o en la vida común y corriente, no sean recordados después.

Para no ir más lejos, no recuerdo, por ejemplo, que le haya rendido homenaje alguno al maestro pintor Javier Arévalo, recientemente fallecido a los 82 años, o al mismo cineasta Jaime Humberto Hermosillo que murió en enero pasado a los 77 años, quien fuera pilar esencial en el lanzamiento del Festival Internacional de Cine que se realiza anualmente en esta ciudad, promovido por Raúl Padilla López a través de su UdeG.

No recuerdo que se haya destacado la figura del escritor Guillermo García Oropeza o la del arquitecto y gran restaurador Gonzalo Villa Chávez, y tampoco hubo memoria oficial de la UdeG para otros que también fueron catedráticos, como el escritor y periodista Luis Sandoval Godoy y otros muchos connotados personajes que tanto hicieron por esta casa de estudios.

¿Alguna vez se le ha hecho, en años recientes, un homenaje en vida al escultor, diseñador, coreógrafo y maestro universitario Rafael Zamarripa, fundador (1964) del internacional Ballet Folclórico de la Universidad de Guadalajara?

Por eso no entiendo bien a bien por qué le rinden a alguien que sí pudo hacer mucho bien, pero en tierra de sus ancestros, allá en España, en Asturias.

A la mejor benefició don Plácido a alguien aquí de la UdeG, pero de manera particular. ¿Será simplemente porque fue miembro del comité de honor de la Cátedra Julio Cortázar?

Como en otras ocasiones, la Universidad de Guadalajara es candil de la calle y oscuridad de la casa. ¡Vaya pues!

 

 

Foto: EFE

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