De un padrón de 100 millones, 13 millones –esencialmente seguidores de Morena–, acudieron a las urnas el domingo y votaron a sus candidatos carentes de experiencia judicial, aunque tal vez sepan de política. Están felices; hacen bien. Creen que acabarán nepotismo y corrupción. Que así sea y se convierta en realidad, no en ilusión o, como leípor ahí, que no sean “esperanzas vanas y engañosas (que) son para gente que no reflexiona (pues) los sueños dan alas a los tontos” (Sir 34-1). No participaron siquiera los menos malos de la judicatura, colegios de abogados y en general, gente del medio para, como se conocen, eliminarse entre sí y quedaran los más honestos y aptos.