Filosofando: Vérselas con Loret y los guapos

Vérselas con Loret y los guapos

Juan M. Negrete

19 de febrero de 2022.- Con el reciente episodio de confrontación habido entre Loret de Mola, periodista más que conocido, y el titular del poder ejecutivo federal, AMLO, no se está descubriendo el agua negra ni el arroz con habichuelas. Es litigio viejo. Quienes se llaman a admirados deben pertenecer al pueblo poco avezado a los intríngulis especiales de la grilla desastrosa. Pero es sanfrancia de danza antigua y así hay que reportarla.

Loret, Brozo, López Dóriga, Carlos Marín y otros del gremio mediático, están alineados con lo que identificamos como oligarquía. Los banderines de sus algaradas poseen impronta de la casa. Son voceros de ultraderecha, de nuestro ramplón neoliberalismo. No contravienen pertenencia de clase. Si lo hacen como meros gatos al servicio de sus patrones, les mueven meros intereses pecuniarios. Si están integrados a tales líneas por convicción propia, tendríamos que saberlo de ellos mismos. Pero no nos queda más recurso de cuestionar, como lo preguntaba Sor Juana, en sus muy celebrados versos sobre el comercio carnal: Y quién es más de culpar / aunque cualquiera mal haga / ¿la que peca por la paga / o el que paga por pecar? Tanta claridad hasta encandila. Por eso luego se le pega a uno la afición de recurrir siempre al consejo de los poetas. Pero de los de a de veras, no de los que en el viento las componen. Pero volvamos a nuestra realidad política que es tan prosaica.

La guerra mediática en nuestras batallas cotidianas se encuentra desatada abiertamente en la era moderna, desde 1988, Primero se dieron de catorrazos los ricardos del país con los líderes populares que querían seguir basando su fuerza en las huestes comunitarias, con la gran masa de mexicanos de a pie, al interior del PRI. Eran los años en los que tal partido era la aplanadora, que arrasaba en todos los comicios. Pero nuestros ricos ya estaban desesperados con esta mediación del partido con la pobrería, pues tenían que estar dándole a ésta concesiones a cada paso o perdían el fervor popular.

Cuando impusieron a la brava a Carlos Salinas, como candidato por el PRI, sabían que lo estaban ungiendo ya como al siguiente mandatario. Su plan era poner de plano, de una vez por todas, a toda la burocracia del poder a su servicio y qué mejor que conseguirlo con el aplauso nutrido del público, que vivía hacinado en el partidazo. Con ese fin lo hicieron, pero el sainete no les salió conforme a lo planeado. El PRI se escindió y una gran masa de ‘militantes’ abrazó la causa de Cuauhtémoc Cárdenas, ante quien tuvieron que apechugar los conjurados una derrota descomunal. Se rehicieron, armando un fraude aún más brumoso que el no dar reportes veraces del resultado de la elección. Desde entonces nos viene este pleito abierto.

La escisión del PRI derivó en la creación del PRD. Dentro de esta nueva corriente pronto tomó la estafeta AMLO. En el 2006 enfrentó a nuestra oligarquía de huarache. Los ricardos ya habían alineado consigo a los panistas, dizque opositores al sistema. Ni juntos pudieron doblegar con sufragios a la gran masa, identificada consigo misma como populacho. Aplicaron de nuevo la amarga medicina del fraude, para evitar el ascenso de la pedacera a los puestos del control público o gobierno. El 2018 la gran masa les volteó el chirrión por el palito. Subió en andas y horcajadas a AMLO al sitial de honor. El ardor se convirtió en úlcera. Por eso tanto grito destemplado de su parte. Ya viene la disputa de sitiales de 2024. La disputa empieza candente. Consideran que no es conveniente perder ni un minuto, que sería dar ventajas. Así que estamos por ver y experimentar peores escenarios. Los viviremos pues.