En el último mes, en el entorno familiar, de amistades, vecinos o habitantes de la misma colonia o cercanía geográfica se ha tenido conocimiento directo de: acoso a dos jóvenes en un restaurante y persecución tras su auto; intento de rapto de una embazada que, corriendo logró escapar; asalto a mano armada a un conductor con saldo de dos heridos, uno grave; el asesinato del quinto indigente y una doble ejecución de desconocidos en la intersección de dos concurridas y transitadas avenidas.
Así está el área metropolitana de Guadalajara y así, desgraciadamente, está la inseguridad y la violencia en gran parte del estado.
Al 14 de agosto pasado sumaban en Jalisco mil 215 homicidios dolosos (nota de Juan Carlos Huerta publicada en El Financiero, el 16-08-2018).
De acuerdo con los datos anteriores, hasta esa fecha la media fue de 5.37 asesinatos por día en el estado. De haberse mantenido así hasta ahora, como tal parece, en los últimos 53 días se habrían contabilizado 284 asesinatos intencionales para sumar cerca de mil 500 en los escasos diez meses de 2018.
Datos oficiales posteriores a dicho cierre estadístico, señalan que en los nueve municipios que conforman la zona metropolitana de Guadalajara, hubo 134 homicidios de la segunda quincena de agosto y la primera de septiembre (NTRGuadalajara, 23-10-2018). Esto da un promedio de 4.4 victimados por día, pero sólo en esta área, sin contar lo sucedido en los demás municipios.
Frente a este panorama nos preguntamos: ¿Qué pasa con las “volantas” de seguridad? ¿Qué han hecho y de qué han servido? ¿Subsisten o las han retirado y ni cuenta nos hemos dado?
Únicamente se tuvo información oficial de sus resultados dos o tres días después de la conformación de tal medida de seguridad que fue el 5 de septiembre. Entonces se informó que habían detenido a 4 sujetos sospechosos; de ahí en adelante poco o nada se ha vuelto a saber, al menos públicamente.
Por los resultados pareciera que las autoridades estatales bajaron la guardia y dejaron sin efecto las famosas “volantas”, pues los delitos de alto impacto siguen tan latentes como antes.
Pareciera también que fue una llamarada de petate, una medida desesperada, mal estructurada y peor ejecutada y que sólo fue para salir del paso tras el asesinato de seis policías, cuatro de Guadalajara y dos de Zapopan.
En tanto, los habitantes de toda el área conurbada tapatía siguen con temor, pues no hay quién no sepa de incidentes delictivos que van desde el robo de autopartes y a casas habitación que asaltos a mano armada a automovilistas, pasando por los impunes asesinatos, las fosas clandestinas, el robo de combustible, ajustes de cuentas y la aparición de cadáveres por distintos rumbos.
Es hora de que las autoridades municipales, estatales y federales, se coordinen y cumplan con su deber de brindar seguridad a toda la ciudadanía.
¿Hasta cuándo, señores? ¡Despabílense, carajo! ¡Piensen más en la gente común y corriente y un poco menos en ustedes!
¡La sociedad no aguanta más esta situación de indiferencia, de negligencia, de corrupción e impunidad!