¿Y la cultura de la honestidad?

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Felipe Cobián R.
Cuando instituciones como el Tribunal Electoral de Poder Judicial de la Federación (TEPJF), infringen la Constitución interpretándola a su entender o, a su conveniencia de acuerdo a como ven las cosas venir, no podemos confiarnos en tiempos mejores para la democracia y el bienestar del país.
Esto lo pienso, lo digo y lo escribo en referencia a la aprobación de la candidatura al Senado de la República, por la vía plurinominal, de Napoleón Gómez Urrutia, postulado por Andrés Manuel López Obrador. Este hombre no únicamente reside en Canadá y tiene esa nacionalidad, sino que ni siquiera ha estado en el país en el último medio año, como lo exige la ley, y es, para muchos y para quienes lo acusan de un fraude sindical por 55 millones de dólares, un prófugo de la justicia. Por tanto, no está en uso de sus derechos.
La Constitución Mexicana establece que para ser diputado o senador, se requiere “ser ciudadano mexicano, por nacimiento, en el ejercicio de sus derechos” (Artículos 55 y 58).

El caso del también candidato plurinominal, Miguel Ángel Mancera, por el PAN, que también llegó al Tribunal Electoral, es un asunto impugnado por una panista. Pero lo resolvió la autoridad en el mismo paquete, no sé si para confundir a la ciudadanía y hacer creer que el TEPJF, es parejo.
El aval que recibió Gómez Urrutia ya se veía venir desde que el mismo organismo dio visto bueno a las candidaturas independientes a la Presidencia, tras la gran cantidad de firmas falsificadas y el desvío de recursos públicos, al menos por parte de Jaime Rodríguez Calderón, “El Bronco”.
Ahora, ya montados en esa dinámica, los magistrados del TEPJF, podrían cometer peores pifias en el futuro próximo, una vez que se realicen las elecciones, aprobando o desaprobando resultados dudosos o conflictivos, incluso, fraudulentos en favor o en contra de tal o cual candidato, sin importar imparcialidad y justicia. El mensaje parece ser insensibilizador.
La presidenta del Tribunal y ponente, Janini Madeleine Otálora Malassis, externó al respecto que sólo hubo valoraciones jurídicas, que no curriculares, por lo que su llegada (de Napito) al Senado sólo dependerá del electorado.
Aunque omitió decir que Gómez Urrutia llega o llega a senador porque va por el camino más seguro, el plurinominal, donde entras o entras; más cuando estás en el lugar seis que es su caso.
En la argumentación en contra de quienes aprobarían la moción, el magistrado Alfredo Fuentes, dijo que para ser senador “se requiere ser mexicano sin reservas y no adquirir otra nacionalidad. No estamos haciendo una interpretación restrictiva, la restricción viene de la Constitución”.
Ahora bien, repito, en y después de las elecciones, ¿hacia dónde bateará la Sala Superior del Tribunal Electoral, si en Coahuila y en el Estado de México, avaló el triunfo priista?
Con la última resolución que favorece a Morena y directamente a su fundador, dirigente y candidato, pareciera que el TEPJF tiene los dados cargados hacia el inminente triunfador, de acuerdo con las encuestas..
¿O será sólo argucia distractora para que la gente volteé para otro lado y luego hacer triunfar a alguno de los que van muy atrás?
Tras esas soluciones, cabe la duda, la desconfianza, las sospechas, el ser mal pensados.
Hace unas semanas, cuando María Scherer Ibarra la entrevistó para El Financiero, le preguntó de cuáles patas cojeamos más los mexicanos, Otálora Malassis respondió que de la cultura del orden y de la paz. Nada dijo de la cultura de la honestidad.
Cada cuál saque sus conclusiones.

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