¿Y si fallan encuestas, INE, TEPJF…?

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Felipe Cobián Rosales
Y pensar que todo esto, y más podría ocurrir en tan frágil e imperfecta democracia…
Los muestreos realizados por las encuestadoras para este primero de julio a lo largo de los últimos meses en el país, parecen certeros –y creo que lo son— en un alto porcentaje.
Todas las encuestas coinciden –salvo algunas hechas a modo por el o los interesados partidistas— en que Andrés Manuel López Obrador será el triunfador con hasta más del 50 por ciento.
No se necesita pensarlo mucho para creer que así va a suceder, salvo sorpresas que nos deparen los ciudadanos una vez frente a las urnas… o alguna manipulación.
Pero es tanta la inconformidad, la rabia en contra de Enrique Peña Nieto a quien como ningún otro presidente se le recordará como uno de los más corruptos, si no el que más, de que se tenga memoria.
Además, en su sexenio crecieron tanto la violencia, las complicidades y la impunidad, que alguien, con un discurso más que sencillo, a veces simplón, atrajo la atención y la esperanza de muchos con aquello de que barrerá la corrupción como se hace con las escaleras, de arriba para abajo y de no más privilegios para los privilegiados ricos, aun corriendo el riesgo de la polarización social.
Para su buena suerte, a esto se sumaron otros factores:
1.-El resquebrajamiento del PAN, que había sido el principal opositor. El motor de esa ruptura interna fue nada menos Ricardo Anaya, su contendiente menos lejano y más cuestionado dentro y fuera, que terminó por echar del partido a su mayor competidora por la postulación a la Presidencia, Margarita Zavala.
2.-El desmembramiento de los partidos a los que antes perteneció López Obrador, el PRI y el PRD, debido al surgimiento de su imagen y la creación del Movimiento de Regeneración Nacional (Morena).
3.-A la terquedad de AMLO para ser, por tercera ocasión, candidato en una campaña interminable de 18 años, y que a pesar de graves errores cometidos como su caudillismo, y mesianismo, al sentirse tan perseguido como el mismo Jesucristo, la suerte le acompaña.
Ahora, todo hace pensar que será “reelecto”, toda vez que cuando se dijo ser víctima de fraude electoral en 2006, se declaró “presidente legítimo” y asumió como tal ante sus correligionarios tras tomar el Paseo de la Reforma, otro error que hizo creer que sería su Waterloo definitivo y no fue así.
¿Qué pasaría si acaso cambiaran mayoritariamente, y de último momento, su intención de sufragar los ciudadanos?
¿O qué si las encuestas fallaran por muchos puntos porcentuales, algo que muy pocas veces ha sucedido en otras latitudes cuando de elecciones se trata?
¿Qué sucedería si el INE –al que Peña reformó– no cumple cabalmente con su cometido, o si fuera el Tribunal Electoral (TEPJF) el que cambie todo, la Fepade, o todos a la vez?
Lo mejor para todos, es que no haya errores y menos, un fraude que haga ganar a Meade, el tercero en discordia en las postrimerías del mandatario actual a quien ni los mayores escándalos lo han hecho sonrojarse.
Ese es el gran riesgo y de que el Peje abra la jaula del tigre y que éste se multiplique.

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