Yoga Sutras
Josefina Reyes Quintanar
Antes de que el tiempo se convirtiera en nuestro amo y la realidad fuera un torbellino de distracciones, que nos envuelven hoy en día, hubo un grupo de sabios que buscaban el dominio de la mente, controlando su propia conciencia y pensamientos. Fue en ese mundo antiguo que surgió una leyenda. Un filósofo y místico hindú que sentó las bases de lo que hoy se practica como yoga: Patanjali. Más que un hombre, es una especie de leyenda por lo poco que se sabe de él. No se tiene fecha exacta de su andar por el mundo. Se estima que fue entre los siglos II a.C. y el IV de nuestra era.
Considerado un avatar divino, dejó un legado para todos aquellos que ansían la paz interior y la liberación de la conciencia. En la tradición hindú se le considera la reencarnación de Ananta, la serpiente cósmica sobre la cual descansa el dios Vishnu. Se cree que descendió del cielo en forma de serpiente y adoptó una figura humana para traernos el legado del yoga a la humanidad. Se le atribuyen varias obras de literatura sánscrita. La principal los Yoga Sutras, el principal texto en el yoga. Es un caso parecido al del Homero griego, donde la compilación de sus obras pudo ser el fruto de varios autores o una escuela en particular y no de un hombre solo.
En la India de la antigüedad, los ríos eran considerados sagrados. Los sabios se retiraban a los bosques para meditar durante años y los reyes buscaban el consejo de los ascetas, que renunciaban a todo para encontrar la iluminación. La búsqueda del despertar era el propósito fundamental de la vida. Dentro de este panorama, el yoga no era una serie de ejercicios físicos (como los que se practican hoy en día, donde un parado de cabeza es el culmen de esta disciplina) sino una transformación espiritual. Las bases del yoga -la técnica para unir la conciencia individual con la conciencia divina- se encuentran en la doctrina samkhia (escuela filosófica hindú que sostiene que la realidad se compone de dos principios: Purusha o espíritu y Prakriti o materia) y en la escritura sagrada hindú Bhagavagdita, así como en las Puranas y los Upanishads.
Los Yoga Sutras es una obra compuesta por 196 aforismos, que contiene la esencia del yoga. Establece un sistema para el despertar de la conciencia, dividido en ocho pasos que llevan desde la disciplina moral hasta la iluminación. El primer paso es el Yama, nuestro código moral, el cual nos conduce a una vida amorosa y a una conducta correcta, con principios como la no violencia, la veracidad y el no apego. El segundo paso: Niyama, la autodisciplina, practicando la paz y la observación interiores. El tercer paso, las Asanas, la parte física del yoga, con la práctica de posturas que trabajen la fuerza, la flexibilidad y el equilibrio, con el fin de preparar el cuerpo para la meditación. En el cuarto paso tenemos el Pranayama, el control de una respiración consciente con el fin de aprovechar el prana, la energía vital.
El Pratyahara es el quinto paso, en el cual se trabaja la introspección con el fin de apartar los sentidos de las distracciones externas y centrarnos en uno mismo. El sexto es Dharana, la concentración, dirigiendo la mente hacia un objeto de meditación, conectando con el momento presente. Dhyana es el séptimo paso, la meditación, para experimentar la quietud, la claridad y la unión con lo divino. Por último, el Samadhi, la iluminación, la conexión con lo divino, un estado de dicha y conciencia pura.
Las enseñanzas de Patanjali nos muestran la importancia de la meditación y la práctica espiritual, mostrándonos que la práctica del yoga va más allá de las posturas físicas. Es más bien un viaje de transformación, de autodescubrimiento y de paz interior.