Acusado en falso, Mons. Jonás Guerrero concluyó bien su episcopado en Culiacán  

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Viernes 22 de septiembre de 2023.- Casi dos años después de haber presentado su renuncia como obispo de la diócesis de Culiacán, Sinaloa, el papa Francisco aceptó la renuncia al cargo de monseñor Jonás Guerrero Corona y designó en su lugar José de Jesús Herrera Quiñónez, hasta hoy pastor de Nuevo Casas Grandes, Chihuahua.

 

Herrera Quiñónez, nacido en Mexicali, Baja California en 1961, estudió en los seminarios de Morelia y Tijuana y posteriormente en Roma. Fue formador sacerdotal y designado obispo de Nuevo Casas Grandes en 2011.

 

El jalisciense Jonás Guerrero Corona, nacido en El Chante, municipio y diócesis de Autlán, en 1946, cursó sus estudios eclesiásticos en Colima, Guadalajara, Morelia y en la capital italiana. Recibió las órdenes sagradas el 5 de junio de 1976 y en el año 2000 fue consagrado obispo auxiliar de la Arquidiócesis de México, bajo el mando del cardenal Norberto Rivera Carrera. El 18 de marzo de 2011, fue designado obispo de Culiacán.

 

Estando al frente de la sexta Vicaría en el sur de la capital mexicana, Rivera Carrera le encomendó investigar, junto con el también obispo auxiliar, Marcelino Hernández, el caso del entonces sacerdote Carlos López Valdez, acusado de pederastia, a quien se encontró culpable.

 

El informe se entregó tal cual, a su superior eclesiástico, pero éste, en lugar de castigarlo y destituirlo, sólo lo cambió de adscripción y eso le valió muchísimas críticas a Norberto Rivera.

 

No obstante, las condenas de algunos, entre ellos del exsacerdote Alberto Athié Gallo, entre otros personajes, alcanzó a Jonás y Marcelino acusándolos de cómplices, pese a que ellos señalaron el camino correcto a seguir: un ejemplar castigo, Rivera no hizo caso.

 

Posteriormente continuaron las críticas a ambos obispos y en particular a Jonás Guerrero, quien pidió se le investigara por parte del propio Vaticano y resultó absuelto de culpa, al grado que el reconocimiento de la Santa Sede se manifestó no sólo en permanecer en la titularidad episcopal de Culiacán y no ser destituido, sino dejándolo en su ministerio por cerca de dos años más tras presentar su renuncia canónica al cumplir los 75 años de vida.

 

Sus detractores no pudieron comprobarle cargo alguno, y tanto menos que no era el responsable de la Arquidiócesis capitalina.

 

(FCR)

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