Avaricioso plan recaudatorio del gobierno de Alfaro

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Partidiario

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Con argumentos muy rebatibles, por cierto, el gobierno de Jalisco determinó incrementos exagerados en refrendos de placas para todo tipo de automotores: vehículos, un 15 por ciento (tres tantos más de la inflación anual calculada) y ¡¡404%!!  para motocicletas y cuatrimotos.

En el caso de los autos, que desde hace años no pagan tenencia, la medida es eminentemente recaudadora y se están gastando el presupuesto en “A toda máquina”, en el blof, en sus empresas y en quién sabe qué cosas más que nadie sabe.

En tanto, el escandaloso aumento al refrendo de placas para motos, es un asalto en despoblado, y tanto más porque acometen por parejo tanto en contra de quien tiene más que suficientes recursos económicos como en contra de los que poco o nada tienen y la motocicleta es parte indispensable –por no decir intrínseca– de quien la usa, lo mismo para el traslado de su casa al trabajo que de éste a su casa o para el trabajo mismo, ganándose muchas veces la vida apenas con el mínimo salario.

Mientras, los muy pocos a quienes les sobra el dinero, van a pagar lo mismo por poseer potentes cuatrimotos finsemaneras o motocicletas para excursiones, vallartazos o para hacer periplos de uno o dos días dentro del estado y entidades vecinas. Esa “homologación” de cobros es, a todas luces, injusta.

¿Por qué no cobrar los refrendos, incluidos los automotores pesados y los vehículos particulares, por categorías y conforme al lujo o utilitarismo, al cilindraje, en caso de las motos, y tipo de unidad y actividad al que se dedica cada aparato?

Qué bien que logren la meta de recaudar mil millones de pesos de aquellos que no pagan el refrendo, según el proyecto de ingresos para 2020 que presentó ante diputados el principal recaudador de la Hacienda estatal, Juan Partida Morales, pero qué mal que quiera hacer tabla rasa entre los que tienen todo y los que apenas sobreviven de su trabajo arriba de una motocicleta de bajo o mínimo cilindraje.

Señala Partida Morales que unos y otros vehículos (autos y motocicletas) representan el mismo costo para el gobierno en la prestación de servicios, las implicaciones  ambientales y de seguridad.

En materia de servicios, no pueden las motocicletas representar el mismo costo por sencillas razones: no ocupan el mismo espacio que un carro –salvo las grandes motocicletas o cuatrimotos, que no son de uso corriente–; no tienen el mismo peso que un automotor que, por lo mismo, contribuyen más a destruir calles, sobre todo, y  carreteras de Jalisco que están en pésimas condiciones y son peores que las de entidades vecinas con las que quieren igualar algunos refrendos.

En materia de contaminación, apuntó que las motos no son tan poco inocuas como parece y que, de acuerdo con estudios que dice haber visto, “emiten gases de invernadero 400% más que un vehículo”. Eso está por verse, por comprobarse, pero nunca, por simple lógica, es igual el consumo de combustible del vehículo más pequeño comparado con una moto común y corriente, no se diga con las pequeñas que son las de uso generalizado. Ergo, con menor uso de gasolina, una moto emite menos gases que cualquier auto.

Otro de sus rebatibles argumentos es que, desde el punto de vista de seguridad, “no las tenemos controladas (las motocicletas), no están aseguradas, se usan para cometer crímenes y muchas no usan placas”.

¿Pero qué acaso muchísimos autos –casi todos robados y algunos chocolates- no han sido usados para cometer todo tipo de maldades y delitos, que van desde asaltos hasta secuestros, asesinatos, transporte de drogas y “embolsados” que han sido ejecutados?

En resumen, lo que pretende el gobierno de Enrique Alfaro es, como ya se enunció antes, obtener más dinero a costa de lo que sea, e inventando argucias sin base y argumentos que son meros sofismas.

El fondo de todo es que, ante la “austeridad republicana” del gobierno federal, Jalisco recibirá menos recursos y no encuentran otra forma mejor, más inteligente, que imponerles a los cautivos más cargas y recargas en el pago de licencias, impuestos y obligaciones de toda índole.

A ver, ¿qué tipo de control, que no sea el sindical, tienen los tiangueros  y cuánto pagan de impuestos? ¿Cuánto pagan vendedores ambulantes que todos los días van por las calles de ciudades y pueblos ofreciendo cuanta mercancía imaginable existe? No me refiero a los que venden golosinas, papas y frituras. En todo caso, serían quienes están atrás de ellos ¿Cuánto pagan, por ejemplo, los compradores y vendedores de autos chuecos, y legales también, que se ponen en una calle aquí y en otra más allá o en una esquina sí y en otra no, o en estratégicas ubicaciones en carreteras estatales y federales?

Algo se hace mal en la administración pública que no capta a tantos evasores fiscales que hay por aquí y por allá. Parecen, los administradores públicos, no tener inventiva, no ser creativos para enganchar a nuevos causantes que son muchos y los paganos siempre somos los mismos, en estos y otros rubros.

Lo que tiene que hacerse es entrarle en serio a la honestidad y a la austeridad, que no es lo mismo que avaricia. Se necesita austeridad en el gasto corriente del gobierno y que todos, desde el más alto nivel en el estado, se reduzcan los sueldos, prestaciones,  lujos y sean más eficientes, empezando con quienes legislan, siguiendo con los que aplican “justicia” (independientemente de algunos que transan) y con los que ejecutan lo que el pueblo ordena. Honestidad y buen gobierno es lo que nos falta.

De otra forma no puede haber la tan traída y llevada “Refundación de Jalisco”, que ayer eslogan de campaña fue, hoy sólo utopía es.

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