En el discurso de la Gordillo se lee la propuesta de cancelar las normales. No es joya aislada, sino postura reiterada de la SEP, del SNTE y de otros espacios de educación pública. El 23 de junio del 2011, el SNTE celebró su quinto Congreso Nacional de Educación. Al lado de la señora se sentó Claudio X. González, presidente de Mexicanos Primero y de Fundación Televisa. Se estigmatizó a tal evento con el sambenito de ‘clandestino’. Es útil conocer lo ahí vertido. La lideresa magisterial, en esos días todavía al parecer invulnerable, de su ronco pecho soltó la tesis reveladora de lo que ya cocinaban las altas esferas oligarcas del país: “En el país existen muy pocas buenas escuelas normales. La mayoría de ellas son mediocres. Hay unas que son un hervidero de política y de grilla. ¿Qué hacemos con tantas normales patito, con tantos monstruos de normales y con una demanda incumplible?”.
El auditorio rubricó su dicho con nutrido aplauso. Un año después se le complicó el panorama. La entambaron. Mas no entró a prisión por haberse salido del libreto, en el que todas las instituciones educativas del país leen la solfa. Hay que buscar las razones de su persecución política, en el sexenio de Peña Nieto, en los oscuros y torcidos renglones de sus figuraciones políticas. No están en desviarse de la línea dictada por el modelo neoliberal para la educación, pues la respetan a ultranza y le dan seguimiento a pie juntillas.
Tan es así que, detenida o no la muchacha, los diputados del Pacto por México aprobaron esa ‘reforma educativa’ sin quitarle siquiera una coma al texto que les dieron a dictaminar. Si ni lo leyeron, mucho menos le iban a modificar o a ajustar rubro alguno a la realidad nacional. Guardada la Gordillo en la cárcel, recogió la estafeta histriónica de la transformación escolar su suplente, Juan Díaz de la Torre, y también le entró al baile con más ganas aún el ya mencionado Claudio X. González y su membrete de Mexicanos Primero.
No se crea que ésta es la única organización que anda metida en el brete. Los dizque empresarios del país han armado otros cuerpos de combate. Uno de éstos se denomina Empresarios por la Educación Básica (ExEB). Hay más. La organización denominada Suma por la Educación sería una tercera de la lista; Proyecto Educativo, la cuarta. Todas ellas están fuertemente ligadas entre sí y trabajan de consuno. Están en todo su derecho a existir y a emprender las tareas que les dicte su real y regalada gana. Cualquiera les aplaudirá porque anden haciendo su luchita. Pero el cuadro de sus incansables ímpetus se cuestiona aquí por el hecho de verse abiertamente enderezadas a dictarles línea y a corregirles la plana ya no sólo a la vieja SEP sino al nuevo INEE, instituciones que construye el estado mexicano para ocuparse de estas faenas concretas.
Invito al lector interesado en estos temas a leer con atención el artículo de Hugo Aboites ‘INEE, centralización y construcción del país’, publicado en La Jornada (27/oct/2018). Ahí da cuenta del sentido que se le dio a este organismo al otorgarle autonomía, como se hizo con el banco central y con otros organismos importantes del país. Simplemente dicho, con el pretexto de la tal autonomía, el Estado mexicano renuncia al compromiso constitucional a que lo mandató el pueblo en 1917, de ser corresponsable de la educación de los mexicanos. La vieja propuesta pedagógica de la coeducación, que dio origen al normalismo en México apunta con esto, ahora sí, a ser abolida. Es el sentido de fondo de estas medidas, disfrazadas de eficiencia y modernidad.
Dijimos antes que la corresponsabilidad estatal en el campo educativo fue propuesta por Ignacio Manuel Altamirano en 1885. La hicieron suya e impulsaron desde entonces, miles, millares de pechos mexicanos bien nacidos y enamorados de su tierra y de sus gentes. ¿Morirá la coeducación o responsabilidad estatal en el rubro educativo, con el viraje que se registra en el INEE, infiltrado y sostenido por todos estos organismos particulares señalados arriba? La vieja SEP, el SNTE y muchos de los espacios generados al amparo de la protección estatal a lo largo de tantos años también andan inoculados de este virus. ¿Habrá cura para tan pesada infección con el nuevo régimen?
La pugna de corporativos particulares y cotos privados, azuzando la opinión nacional en contra del mandato constitucional, rindió su fruto máximo cuando los del Pacto por México enderezaron la norma constitucional del artículo tercero, y insertándole su reforma educativa. En algún momento, el aún presidente Peña Nieto se jactó de ello, diciendo que era la reforma estructural más importante de todas las promovidas por su gestión. ¿Más que la energética? ¡Claro!, el petróleo es recurso no renovable, a diferencia de la población, que se multiplica y siempre se va a contar con ella. No es desdeñable ofrecer convertir a las próximas generaciones de mexicanos en meros gatos del capital.
De inmediato saltaron a la palestra muchos miles de maestros, arropados por la población, a oponerse a su tan festinada reforma. Los conocedores la encueraron de inmediato como una mera reforma laboral, encubierta o disfrazada con falso atuendo. Se denunció como una estratagema de los dizque empresarios amparados en una supuesta medida legal para asaltar las plazas laborales del magisterio y quedarse con ellas. De paso se abrieron las puertas de par en par para fundar ‘escuelas de paga’ en todo el país. Las escuelitas, que siguieran siendo del gobierno, ya no gozarían de prestaciones y apoyos que por ley otorgaba el estado. A partir de estos cambios, la manutención de las escuelas públicas quedaría al cargo de los padres de familia con hijos en tales jardines. Tal fue el ambiente enrarecido que rodeó la aparición de esa estaca de fuego en el pecho de todo el país, que vino a ser el secuestro y desaparición de los 43 alumnos de la normal rural de Ayotzinapa el 26 de septiembre de 2014.