BAÑO DE PUEBLO; Y, ¿LA PANDEMIA QUÉ?

Felipe Cobián Rosales

Al cumplir tres años al frente del gobierno este primero de diciembre, Andrés Manuel López Obrador, quiere celebrarse a lo grande, como le gusta: llenar de bote en bote, a reventar, el Zócalo capitalino porque desea estar con el pueblo, bañarse de pueblo que, dice, es por lo único que trabaja y se entrega día a día.

En la acostumbrada Amlofest, el presidente de los abrazos, de la convivencia, quiere tener ahí a gobernadores, a diputados, senadores y a cuantos dirigentes haya, pero en particular, “los invitados especiales, los consentidos, son los ciudadanos, la gente del pueblo porque ya llevamos mucho tiempo sin vernos así”, dijo apenas.

Ah, y a López Obrador poco le importa que los asistentes lleven o no cubrabocas “porque nosotros estamos en contra del autoritarismo, siempre lo hemos estado; prohibido prohibir. Aquí no hubo ni habrá toque de queda”. O sea, es un mandatario a la medida de muchísimos de sus seguidores, al “ai se va”, sin mayor responsabilidad. Las consecuencias no importan.

Y eso que está por venir la cuarta ola de contagios de Covid-19 y, además, la amenaza de la variante ómicron de l pandemia, cuyos efectos y gravedad aún se desconocen pero que sí es cuatro veces más contagiosa que las anteriores.

Las autoridades hacen como que se les olvida recomendar el uso del cubrebocas y guardar sana distancia, cuando el fantasma dela cuarta ola de contagios viene (y lo reconoció en petit comité el secretario de Salud Jorge Alcocer) que han ido ligera pero constantemente al alza en las últimas semanas, en tanto a vacunación no avanza a ritmo mayor.

En los últimos y este mismo martes, López Obrador ha estado insistentemente invitando, a través de todos los medios, a acudir a sus seguidores al ombligo de a gran ciudad a estar presentes, en vivo y a todo color. Quiere a todos verlos ahí, juntitos.

Para Andrés Manuel, seguramente, no hay mayores riesgos. Lo imporante, lo trascendente para él es que la gente se reúna en torno suyo, no tanto que el virus se fortalezca y pueda enfermar a muchos en el territorio nacional.

Ya con la bendición de sus científicos de cabecera encabezados por el subsecretario Hugo López Gatell, que la mayor parte de las veces han tenido decisiones equivocadas, cree conjurado cualquier peligro pandémico. Lo importante es sentir al pueblo cerca, así sea apiñado a su alrededor, que él de alguna manera se cuidará, o lo cuidarán.

Lo más curioso de todo es que esto ocurre cuando aún hay en el país muchísimos por vacunar incluso en primera dosis (al menos un 40 por ciento) y sólo a mitad de los 126 millones de mexicanos están inmunizados con la segunda dosis.

Aparte de esta situación, las aplicaciones de vacuna después de las elecciones de junio pasado, han decaído considerablemente, pues de haber rondado hasta el millón de personas diarias inoculadas semanas previas a esa jornada, ahora el número de inyectados por día contra el coronavirus es inferior a las 200 mil. ¿Será porque no estamos en temporada electoral? ¿Será porque quieren esperar que se acerque a famosa “revocación” de mandato convertida ahora en “ratificación”? No hay pretexto si dicen que no hay antígeno disponible, porque en bodegas refrigeradas se estima que hay entre 40 y 45 millones de inyectables. ¿Para qué harán ese guardadito?

Mientras tanto, nuestras autoridades sanitarias deben aplicarse en consciencia para tomar las medidas indispensables y evitar que la nueva oleada que viene haga el menor daño posible una vez que pueda aparecer por acá acompañada por ómicron con su elevado grado de propalación, en especial entre quienes no están vacunados o la inmunización recibida podría haber fenecido después de medio año de haberse aplicado, y sin que todavía no haya definición sobre si se aplica o no una tercera dosis de refuerzo, como ya se hace en otros lares.

Por lo pronto, AMLO no quieta el dedo del renglón y celebrará a lo grande el inicio de su cuarto año de gobierno, posiblemente corriendo todos los riesgos frente a la pandemia que acomete con distintas variantes y está aún muy lejos de desaparecer.

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