Carta del lector:
Expongo un granito de arena a propósito de la divergencia encontrada de posturas sobre la naturaleza de la filosofía, o sobre la autenticidad de lo filosófico, que se deduce de dos artículos aquí publicados: La contaminación filosófica de Alfonszo Rubio y La contaminación es filosófica de Pseudo Longino:
Thomas S. Kuhn, en su obra “La revolución copernicana” hace una reflexión acerca de este tema, en el que plantea que una revolución en la ciencia implica una revolución en “la historia de las ideas”, así como en lo sociológico, lo biológico y lo cosmológico. Es decir, todo conocimiento en cualquier área del saber es parte de una integridad epistémica pues la realidad no está desintegrada.
Las diversas disciplinas del conocimiento si no se integran armónicamente pierden su alcance epistemológico. La filosofía crea con esas diversas áreas del conocimiento un universo simbólico que legitima el orden social. Los filósofos son pensadores del momento histórico, como dice Etienne Gilson; por ende, sus abstracciones filosóficas también lo son, aunque los problemas generales de la filosofía sean siempre los mismos. No hay ningún divorcio entre ciencias y filosofía. Todo lo contrario.
Y la ciencia es la verdad empírica que en la modernidad se mitifica y se presenta como absoluta y trascendente. Es decir, como la cara del mismo dios-mercancía. Luz que nos encandila.
José Luis Pardo Ruiz