Carta del lector
Sobre el texto Fray Alonso Ponce llega a Guadalajara
El texto de Michel Padilla: muy interesante para documentar la génesis, en su descripción narrativa, de la ciudad de Guadalajara. Me gustaría un comentario introductorio y otro concluyente, para darle mayor fuerza interpretativa al texto.
¡Bien por la Historia!
Armando Martínez Moya
Respuesta del autor:
Gracias. La parte analítica se lleva 21 páginas. Me concreté a trasladar el texto. No sin mencionar que los títulos son de su servidor. Espero pronto publicarlo
Gabriel Michel Padilla.
Sobre el texto Nietzsche y el sistema educativo:
Un sistema de mil cabezas es el sistema educativo. Seguramente que el mérito de Nietzsche es que vislumbró su aberración cuando estaba en ciernes. Una premonición. Lo más nefasto es que también engendró unos sistemas burocráticos universitarios cuya lógica no es lo educativo, sino el poder.
Armando Martínez Moya
Sobre el texto La salvación de los mortales:
Siempre me ha parecido muy simple e inverosímil el concepto de la salvación. ¿Gozar la vida eterna sin cuerpo y sin sensaciones? ¿Sólo de la mente? Si para entonces la mente ya es solo polvo. La vida eterna a través de la salvación, que conduce al cielo, es a mi parecer un slogan publicitario para tenerte reclutado en vida. Muy buen texto que abre discusión y reflexión.
Armando Martínez Moya
Más sobre este mismo tema:
Con todo respeto hago este comentario. Me ocurre que cuando leo o escucho este tipo de comentarios críticos contra la cultura medieval se me provoca cierta hilaridad. Me imagino que estoy frente a niños asustados porque les mostraron el petate del muerto. Como ocurre hoy en día en México con los anti 4T que sacan a relucir el comunismo para asustar a la gente.
La pregunta que me hago es: ¿por qué los “hacedores de mitos” (también les dicen “filósofos” o “pensadores” o “académicos teóricos”) le siguen temiendo al universo simbólico construido por los medievales? Si ya está construido un universo simbólico propio del capitalismo, que se ha aceptado como realidad objetiva (es decir, de sentido común), ¿por qué temerle tanto a los medievales?
Eso significa que hay dudas a las que se intenta transformarlas en certezas. Pero si bien la certeza es un estado emocional personal, individual, sólo se logra en lo que trasciende al individuo, es decir, en la fe comunitaria. Y claro está que sin certeza no hay paz o tranquilidad. El temor a que mi certeza se vea amenazada con los rescoldos de fe medieval me lleva a defender mi fe repitiendo, como un rezo exorcizante, la sarta de calumnias o vituperios contra esa cultura medieval que me amenaza. El miedo a la edad media que se les ha inculcado les ofusca la mente.
Recuerdo ahora, el escándalo que se produjo entre los liberales puritanos de México cuando vino el Papa y Fox, siendo presidente de la República, le besó el anillo (sin albur). Como si la historia pudiera volver atrás, esos liberales alertaban al pueblo de México contra el retorno del Patronato. ¡Por dios! Todo orden social tiene su propio universo simbólico que una vez internalizado por los individuos se convierte en sentido común.
Por otra parte, todas las culturas, en cualquier tiempo y en cualquier lugar, requieren para su conformación de una mitología, lo cual significa que se valen de un lenguaje analógico, equívoco, no unívoco. Los “cielos” y los “infiernos” no son entidades concretas, por ejemplo. Ni para San Agustín la Santísima Trinidad se constituye por un viejito “Padre”, un joven “Hijo” y una paloma “Espíritu Santo”, sino el concepto, la palabra y la relación mundo-conciencia. Es decir, San Agustín se refiere al misterio humano del lenguaje.
Hoy en día las neurociencias nos siguen diciendo que el lenguaje y su origen son un misterio. En otras palabras, el ser humano sigue siendo su propio misterio. Lo que parece más aceptable es que la fe y la razón hilan el sentido de la existencia humana. Lo objetivamente comprobable por la neurociencia es que la conducta humana consciente siempre es producto de la cognición y la emoción. La razón “pura” es solo una ilusión filosófica.
Saludos.
José Luis Pardo Ruiz