Cerdos
Silvia Patricia Arias Abad
Thomas Macho presenta en “Cerdos”, una reflexión en torno a estos animales peculiares, enigmáticos, pero al mismo tiempo tan cercanos a los humanos, más de lo que se podría pensar. Citando a Winston Churchill Macho deja patente las peculiaridades en la personalidad de estos seres: “Me gustan los cerdos. Los perros nos admiran. Los gatos nos desprecian. Los cerdos nos tratan como iguales”. Pero ¿en qué sentido se habla de “igualdad”? Puesto que esta supuesta igualdad no es del todo recíproca, ya que se cazan y crían cerdos para comerlos.
Según el autor, los cerdos son animales ambiguos, por un lado, el hecho de que se nos parezcan tanto (color de piel, su condición omnívora, su inteligencia y hasta sus gritos), pero al mismo tiempo nos parecen tan diferentes (su morfología, y su condición semisalvaje y su suciedad impuesta). La relación del hombre con el cerdo también se caracteriza por esta ambivalencia.
“Cerdos” es un texto que nos lleva a descubrir el discurrir histórico de estos animales desde los avatares por sobrevivir de su antecesor el jabalí hasta cómo desde su naturaleza salvaje se fue convirtiendo en un símbolo particular de varias culturas, épocas y contextos. A pesar de su proceso de domesticación, el cerdo se ha visto como un animal con un dejo de salvajismo porque no ha abandonado su estado natural del todo.
Durante la antigüedad, los cerdos eran vistos como animales impuros, lo que acrecentó más su rechazo, sin contar con los diversos prejuicios en torno a usarlo como alimento. Entre los judíos está prohibido su consumo, lo cual se establece en el Levítico 11, que es el único animal que, teniendo pezuña hendida y biungulada, no rumia. Lo mismo ocurre en el islam, donde el Corán prohíbe su ingesta por ser un animal “sucio”.
Sin embargo, a pesar de todas estas posturas negativas en torno a la imagen y carne del cerdo, Thomas Macho también resalta las ‘bondades’ y cualidades positivas de los cerdos, poniendo en evidencia su inteligencia. Por un lado, estos animales poseen un olfato y oído muy agudos, no hay que olvidar que se les utilizaba como rastreadores de trufas, por otro, durante cierto período se les representaba tocando la flauta o el violín, resaltando sus gracias como habilidades. Obviamente sabemos que los animales no pueden tocar instrumentos, pero lo anterior nos sirve para darnos cuenta de que no siempre el cerdo se consideró como sinónimo de suciedad.
“Cerdos” es un texto interesante que nos lleva a recorrer por diferentes espacios y contextos cómo han sido tratados estos animales, pero sobre todo cuál ha sido y es la relación que han mantenido con los seres humanos, cómo se han utilizado como alimento y cómo se les ha rechazado y prohibido. En una época en el que hablar de los derechos de los animales se ha convertido en un tema recurrente en los espacios de discusión filosófica, en la Academia, y en las políticas públicas, al grado de convertir a ley constitucional el resguardo y respeto por vida de los animales, vendría bien hacer hincapié en los derechos que poseen los llamados animales de granja o de ganado, rubro en el que se encuentran los cerdos por ser animales de consumo.
En México no hay ninguna ley o reglamento que se lleve realmente a la práctica en el manejo, traslado y matanza de los cerdos, ni mucho menos hay quien la observe, dejando todo ámbito legal en meras recomendaciones a las granjas porcícolas, las cuales en su mayoría hacen caso omiso a éstas. Diariamente se observan circular camiones hacia el matadero, donde los cerdos son amontonados y colocados en situaciones estresantes y violentas.
Independientemente de que se pueda estar de acuerdo con la posibilidad de ser coherentes con las posturas veganas o vegetarianas, no estaría de más que tomando como punto de partida la lectura del libro de Thomas Macho, pudiéramos voltear a ver a los cerdos desde una perspectiva distinta, reconociendo en su animalidad, en sus cualidades, y sobre todo en elementos que nos acercan y que han hecho que inclusive, se hayan convertido en algunos casos en animales de compañía, al modo de los perros y los gatos.
Macho refiere cómo la infinidad de cuentos e historias donde los protagonistas han sido los cerdos dejan ver a la perfección las ambiguas relaciones que los seres humanos han tenido con ellos, mientras que se puede tener simpatía, empatía y cariño como también una indiferencia total que los lleva a reducirlos a meras máquinas de producir carne (como sucede con otros animales de ganado).
Presa de caza, sujeto de sacrificio, fábrica de carne, amigo familiar, animal de peluche y protagonista de cuentos, los cerdos como concluye Thomas Macho: “nos resultan a la vez cercanos y lejanos”, y “quien quiera desplegar una genealogía de la ambivalencia, solo necesita estudiar su historia”. Así que, están todos invitados a leer “Cerdos” …