Isaac Guzmán colima
Colima.-La vida, es el bien más preciado que tenemos los seres humanos.
Vine a Colima a trabajar en un proyecto de periodismo digital que me entusiasma.
El miércoles, a las cuatro de la tarde, visité la zona del zoológico en el centro de la ciudad para videograbar el parque lineal y el río.
La intención de grabar el río se dio porque un día antes, al recorrer otra zona del centro, la gerente del hotel Hacienda del Gobernador me contó la historia del embarcadero que existió en ese lugar y de la forma en la que se trasladaban por el cuerpo de agua, en el siglo XIX.
Aproveché lo soleado de la tarde y me puse manos a la obra.
Recorrí el malecón, caminé la ciclo vía, grabé la zona de juegos infantiles y hasta me columpié en los juegos.
Hice varios videos cortos, un par de tomas del río y el resto en el parque lineal.
Vi las ardillas y las iguanas que se mezclan en la vegetación.
Me llamó la atención el contraste visual que genera una montaña de basura que cae desde el final de una calle y se acumula cruzando el río.
De regreso vi que a contra sentido se acercaba un joven delgado, quien sostenía, pegado a su brazo derecho, un machete mediano.
Al ver el machete, de inmediato el cerebro envió la señal de peligro: Asalto. Huir. Enfrentar.
Los pulmones absorbieron al máximo el oxígeno en cada aspiración, el sistema digestivo y el sistema inmune dejaron de utilizar energía y todas las funciones de emergencia se activaron.
“¿Por qué estas grabando al Mezcalito?”, me dijo el joven, en tono molesto.
“Mezcalito”, pensé… En una microfracción de un microsegundo encontré la información que el lunes por la tarde me dio Carlos Araiza, jefe de diagramación del diario.
“El Mezcalito es barrio bravo”, me advirtió, pero nunca imaginé que El Mezcalito se localiza cruzando el río y que era el lugar desde donde cae al río la montaña de basura.
“No grabé El Mezcalito, estoy grabando el río, te puedo mostrar los videos”, le contesté al joven con machete.
En absoluta calma, el joven me dijo que esperara, que una persona venía en camino para hablar conmigo.
A partir de ese momento mi percepción del tiempo es subjetiva, porque hubo momento que pasaron rápido y otros muy lento.
Cuatro jóvenes, no mayores a los 25 años, me acompañaron los siguientes minutos.
Me pidieron, amablemente, les mostrara las imágenes que había grabado. Así lo hice.
Uno de ellos observaba las imágenes y escribía en su teléfono celular. Leía indicaciones y preguntaba: “¿Qué estas haciendo aquí? ¿A qué te dedicas? ¿Por qué grabas? ¿Muéstrame todos los videos”.
Tras mostrarle los videos y responder a sus preguntas, el joven tomó su teléfono y me lo pasó: “Es mi jefe, te va a hablar”.
“Buenas tardes, soy Isaac Guzmán”, saludé.
“Buenas tardes, soy Berna”, respondió el saludo.
Lo siguiente fue una conversación, no recuerdo el tiempo, en la que Berna explicó la situación de violencia que vive Colima y la forma en la que actúan algunas autoridades en materia de seguridad pública y procuración de justicia.
Habló del trabajo periodístico e hizo algunas observaciones. Pero el mensaje central en la llamada fue su reconocimiento por el respeto a la vida.
“La autoridad saca la información de los malandros”, explicó.
“Nos hablamos de malandro a malandro, por eso estoy bien informado”, dijo.
“Muchas muertes no son de nosotros”, argumentó.
“A la autoridad se le pasa la mano y nos echan la culpa”, explicó.
“No hacemos daño a quien no se mete con nosotros”, mencionó.
“Respetamos la vida de quienes se dedican a otras actividades”, aseguró.
Berna explicó también el peligro que enfrentan todos los días y el por qué los jóvenes de El Mezcalito interceptan a desconocidos y les hacen preguntas por video grabar frente a su barrio.
Hoy doy GRACIAS, con mayúsculas, porque entre la violencia que padecemos todos los días aún se respeta la vida. Gracias por entender el trabajo periodístico y respetar la libertad de expresión.
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El Berna es identificado como un supuesto cabecilla de un grupo criminal que opera en la región de Colima.