El cura, el trabajo y el descanso

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Felipe Cobián R.
Cuando el párroco de Getsemaní de la Cruz dice sus homilías, habla en serio y deja algo para la reflexión. Son una cátedra casi siempre.
Recién llegado a este destino hace menos de dos años, a propósito de los medios de comunicación –televisión, computadoras, tabletas, celulares y, obviamente, internet que tan al tanto nos tienen de todo y que muchas veces dejamos lo importante por lo intrascendente de alguna llamada, un mensaje o alguna ocurrencia–, invitó a la feligresía a no dejarse llevar por lo superficial.
Luego dijo: “Padres de familia, cuiden a sus hijos de lo que ven”. En esos aparatos se encuentra todo, desde buenas películas y documentales, hasta violencia y pornografía.
“Cuando sus hijos se vayan a su cuarto, que dejen todo eso, porque las recámaras son sólo para dos cosas: para reposar, dormir y para hacer el amor”.
Ayer domingo, las lecturas católicas fueron en torno a las labores y el descanso: “Tienes seis días para trabajar y hacer tus quehaceres, pero el séptimo es día de descanso, dedicado al Señor, tu Dios. No harán trabajo alguno ni tu hijo, ni tu hija, ni tu esclavo(…)
A propósito, el cura Alberto González lamentó que no pocas personas aprovechan para trabajar el día de descanso –el sábado sagrado para los judíos y el domingo para los cristianos–, creyendo que se realizan y se olvidan de descansar.
“Se explotan así mismas”, como dijo el filósofo.
En otras palabras, quienes laboran todos los días de la semana, viven para trabajar y no trabajan para vivir. Si Dios descansó después de la creación, porqué no el ser humano.
Pero, ¿dónde descansar, dónde divertirse o dónde cultivarse si cada vez hay menos museos en la ciudad, menos centros culturales y en los que hay únicamente se escucha banda y música ruidosa de moda.
Cada vez hay menos lugares de esparcimiento, menos a dónde ir de paseo, expresó el padre Alberto González Siordia.
La zona metropolitana tiene cada día menos museos, menos centros dónde se encuentre y se humanice la gente; menos árboles, parques y más construcciones.
Hay muchas ciudades en el mundo que cuidan tanto sus bosques y sus parques que son los mismos desde hace siglos. Por ejemplo, Viena o París.
El único bosque que tenemos cerca, La Primavera, subsiste como puede.
¿Qué ha pasado con el Festival de Mayo que ha venido a menos? ¿Qué con la FIL que siempre está llena y apenas salen tablas?
Las Fiestas de Octubre son una gran cantina, con mucha gente y está fracasada porque tiene pérdidas. Lo que quiere decir que se ha convertido en un espacio de corrupción. Son lugares para distraer a la gente, para que con más alcohol, con más droga, no piense nada y ande como zombie. Porque así les conviene a los de arriba.
Ahí está Paseo Chapultepec, que se concibió como un lugar de esparcimiento, abierto para todos, de encuentro y de cultura. No lo es. En un kilómetro hay una serie de bares y negocios sucios, prostíbulos y lo que debería de ser un lugar de convivencia se convierte en un negocio personal que ya nadie aguanta. Es lugar de inconsciencia, de explotación porque los precios no son accesibles, populares. Es una esclavitud. ¿Qué pasa?, que aquello que se concibió como un espacio humanizador, de encuentro, se convierte en un medio de enajenación de embrutecimiento
“Y pregunten quiénes son los dueños de esos negocios de allá y de aquí alrededor. Son políticos de todos los calibres que no se cansan de mamar del presupuesto y luego tienen que explotar las debilidades más bajas del ser humano, aparte, robando, porque no son las cosas baratas, no tienen precios justos”.
Por otro lado ¿adónde ir de descanso, de vacaciones si la playa es muy cara?
Ir a la sierra, también resulta muy difícil para la población. “Si vas a Tapalpa, por ejemplo, ya todo es privado y lo que no es de los ricos es de los políticos o de los narcos”.

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