Filosofando: Del asco publicitario

Foto: Cortesía

Sábado 6 de abril de 2024.- Bien hicimos en apartarnos, estos días de asueto recién concluidos, de la batahola electorera que nos tiene completamente inundados. Porque mal nos enteramos de un escándalo y llega otro a sustituirlo. De manera que cada mañana nos llega para plato fuerte una nota de este barullo o circo, según se le quiera tipificar. Y no nos queda de otra que hacerle frente.

El lunes pasado, en el mero arranque ya de las competencias municipales, nos enteramos del artero asesinato de la candidata de Morena a contender por Celaya. No es un acto para vanagloriarnos como pueblo, como colectivo. Se trata de un hecho de los que nunca debían ocurrir. Pero se nos dan. Y esto es lo grave. Como que, ante la recurrencia de hechos de sangre ligados a la disputa electoral, se busca convertirlos en actos de rutina a los que deberíamos acostumbrarnos. Esto no debía ocurrir así. Ni que haya escenificación de hechos de sangre, ni menos que nos acostumbremos a ello. Pero ¿quién le va a poner el cascabel al gato?

El martes nos anunciaron, acá por el rumbo del distrito XVIII, que tendríamos la visita de la candidata de Morena a la silla presidencial, doña Claudia Sheinbaum. La concentración se daría frente a la presidencia municipal, aprovechando el espacio libre del jardín Hidalgo, en Autlán. Se anunció el evento para las cinco de la tarde. Por mera tentación, decidimos acudir al evento los de casa. Autlán no está lejos de El Grullo y el traslado resulta más o menos accesible. Suponíamos que tendríamos tiempo suficiente para que las visitadoras se allegaran al podio y nos soltaran su mensaje.

Hay que decir que la candidata estuvo acompañada de toda la parafernalia de los partidos que la postulan. Aquí en Jalisco no andan en dicho brete sólo Morena, el PT y el verde, que es alianza nacional. También aparecieron las banderas y los contingentes del partido Hagamos y los de Futuro. Hubo pues concurrencia nutrida y hasta festiva, hay que decirlo. Si no suelen ser estos eventos muy frecuentes, la población se vacía cuando se les ofrecen y le pone su granito de sal. Se notó que los convocados no perdieron el buen humor. Y finalmente hubo huateque, como se le suele llamar a los festines con bailable.

Lo malo vino a ser la tardanza. Eran las siete de la tarde y todavía venían las candidatas, las dos Claudias, trajinando a paso lento su baño de pueblo por el corredor estrecho que se les instaló con barreras desde el final de la concentración del público hasta el presidio. Hay que ponerle tache al evento, por la impuntualidad nada más. No resulta de la gravedad del homicidio ocurrido en Celaya, pero tampoco es para palomita en la frente. Es tiempo perdido para muchos malgastado de manera infructuosa y vana.

Al día siguiente la campaña de Morena y sus aliados tapatíos saltaron al corazón del estado. Parece que tuvieron encuentros saludables y positivos con los pueblos de Tlaquepaque y otros, en donde entreveraron manos y pies con la población autóctona. Poco a poco se nos llena nuestra gente del ambiente electorero y, como decíamos antes, se calientan las campañas. Ojalá que así sigamos, sin tener que lamentar más notas luctuosas. Es un buen deseo, porque si nos ponemos a hojear las bitácoras de la página negra, se habla de un reporte de cincuenta homicidios de candidatos a nivel nacional, lo cual ya es cifra preocupante. No es característica exclusiva de este sexenio, ni práctica avalada por la 4T. Pero es un dato duro de nuestra realidad al que no se le avizora todavía corrección, ni con la política de ‘abrazos y no balazos’.

Pero a media semana se nos vino a caer de plano el santo al suelo. Empezó a difundirse el video de un vato, que pinta a ser chico de la ibero, en el que se la pasa más de cinco minutos ofendiendo y agrediendo a los guardas de un antro. Su lenguaje es procaz y racista. Les llama gatos, nacos, tragatacos y más sandeces de este tipo. Lo bueno de lo escenificado viene a ser el hecho de que, por más que es hostilizado y acosado hasta de manos el guarda, mantiene éste la cordura y soporta el torrente de imprecaciones que el junior le impreca.

Podría tratarse de un episodio baladí, de los que hemos sido testigos presenciales en más de una ocasión. Pero cuando nos enteramos de que el ofensor, el prepotente, viene a ser nada más y nada menos que el hijito de la señora Xóchitl, a la que traen de candidata los viejos partidos PRI, PAN y PRD, que ahora son oposición, no nos queda otro remedio que irnos de espaldas. Cada uno puede sacar del asunto las deducciones que le vengan en gana. Pero de que es un evento desafortunado y que deprecia aún más la opción de doña Xóchitl, es decir de la oposición, que ni duda quepa.

Para cerrar esta semana de desatinos, se tiene como broche de oro la realización del primer debate de los candidatos al poder ejecutivo federal. Los debates se nos han vuelto una parte de la mercancía electorera, que años atrás no se escenificaban. Tal vez le salimos ganando o tal vez perdiendo a esta escenificación morbosa de la confrontación de los contendientes.

No era hábito común nuestro sentarnos a debatir y a ventilar diferencias. Más bien vino a ser copiado de las prácticas gringas. Ha de entenderse que se trata de otra concesión graciosa a la mercantilización. Lo electoral se nos hunde cada vez más en la dinámica del marketing. Así no vamos a madurar pronto la deglución de una auténtica vida política. Es muy triste, pero es más que real. Ya veremos si nos deparan alguna sorpresa positiva.

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