Guanatos, perla con virus

Ni Ismael del Toro (alcalde tapatío), ni Enrique Alfaro (gobernador del estado de Jalisco) son especialistas en ramo alguno de la salud. Son políticos. Llegaron al poder en la aviada confusa con que se nos entrambulicó a los electores en el estado en la jornada última de sufragios (2018). Como el partido MC había jugado las mismas cartas que traía López Obrador en la jornada nacional anterior (2012), mucha gente se quedó con la idea de que seguían en la misma partida. Los del MC aprovecharon esta confusión y le sacaron raja. Gracias a la avalancha de Morena se treparon a la ola. Son malabarismos que juegan la despolitización y la ignorancia. Ni modo. virus

Con la situación presente no traemos el horno para bollos. No hay humor para platicar de avatares de grilla. Andamos con el Jesús en la boca, tentaleando, a ver si le hallamos la cuadratura al círculo con esto del coronavirus, la ‘gripita china’ según dijo Trump, que ya puso a todo el mundo de cabeza. Los números ahora, cosa rara, más que esclarecernos nos andan confundiendo. No queda otra que apechugar, hacerle caso a los que traen el bastón del mando. Nos dijeron que había que encerrarnos bajo siete llaves, sentaditos en los rincones como la muñeca fea. Como decían los viejos a las muchachas, no anden de chirotas, porque se pueden caer.

A todos nos cae el veinte lo del cuidado colectivo, porque la mente popular obedece siempre orientaciones positivas. No cuestionamos por cuestionar al que manda, como heraldo antiguo, los lineamientos aprobados por la autoridad mayor. En cada país del mundo hay responsables políticos que llevan la conducción de su comuna. Como no se trata de estirar cada quien por donde le dé la gana, se coordinan con equipos de conocedores y buscan enderezar por las sendas más positivas y razonables.

Como dice Maquiavelo en alguno de sus pasajes más duros, al público no le queda otra que obedecer, decir sí, sí o no, no, según lo marque el príncipe. Toda disidencia en este punto es desobediencia. ¿En situaciones de contingencia grave toda disidencia será castigada? ¿Si vemos que los mandatos del príncipe son descabellados e irracionales, aun así hemos de obedecer a pie juntillas lo ordenado? Creo que no hemos llegado a tales extremos. Tanto la conducción nacional se ha visto sensata, por no decir atinada, y el comportamiento del público ha estado concorde en los hechos con lo propuesto, para hacerle un frente común a la pandemia.

No es el momento todavía de realizar ajustes de cuentas, pues parece que apenas vamos a llegar a los momentos pico de la pandemia, tanto en el número de contagiados como en el de los finados por efectos trágicos de este ataque inesperado e imprevisto. No nos han desbocado los números todavía y esperemos que no ocurra. Ya veremos.

Mas decíamos al principio que ni el alcalde de Guadalajara, ni el gobernador del estado son especialistas del ramo de la salud, ni están metidos en tales tareas. Son políticos, dijimos. Están al frente tanto del gobierno del estado y de la ciudad capital. Como hayan llegado a ese puesto, están ahí y tienen que ponerse las pilas, arremangarse los codos y ponerse a trabajar en serio en contra de los efectos nocivos y lesivos de la plaga presente.

Lo curioso es que cojan el micrófono, ordenen que les alucen los reflectores y se suelten a cuestionar y a descalificar al equipo de especialistas que tiene al frente el gobierno de Obrador. Hugo López Gatell es un epidemiólogo calificado y ha demostrado, en este intenso mes de confrontación con ese virus novedoso, que conoce su materia y que tiene tablas en el oficio. Tiene manejo y se emplea a fondo. Da informes precisos y claros de manera cotidiana de los avances y de la volubilidad de la plaga que enfrentamos.

Sus números y posturas han venido a ser cuestionados y demeritados por muchos, por los que se autodenominan empresarios, por gritones de la tele, por ventrílocuos reconocidos de la oposición a la 4T, por los merolicos políticos de oficio y por muchos otros despistados que se suman a este coro irresponsable. Mas lo que no se espera es que se trepen, a la camioneta del sonido de la confusión, personajes que están al cargo de la conducción de un estado. Y no es que Jalisco venga a ser un estado especial, como dijo Alfaro, con merecimientos para convertirse en una hermana república separada de México. Si nadamos en la abundancia como jalisquillos, pongamos generosamente nuestra riqueza al servicio de otros estados de la nación, con más carencias que nosotros.

No es que Guadalajara sea la mamá de los pollitos, como para darle a nuestro alcalde emecista el respaldo moral con el que quiera o pueda corregirle la plana a López Gatell. No es lo mismo chana que juana. Aunque a los dos les acerquen el micrófono, el alcalde tapatío tiene como tarea la responsabilidad de coordinar lo que le ordene el responsable federal de salud y no que le salga la casta del lucimiento personal, vicio que tienen siempre junto a sí todos los que se dedican a este ingrato oficio de la política. Lo quiera o no aceptar el alcalde tapatío, Guanatos es la perla de occidente, pero por lo pronto somos una perla con coronavirus. Actuemos de sosiego, que no nos irá mal. Hagamos que nuestros políticos locales frenen sus ansias de lucimiento histérico y grillo para otros momentos. Ahorita, por lo pronto, no lucen. Ojalá lo entiendan.

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