Felipe Cobián R.
En el recientemente descubierto –o aceptado—ataque cibernético o hackeo a varias instituciones bancarias en el país, ocurrido entre abril pasado y la primera quincena de mayo que sumó ilegales transferencias o simples robos, por al menos 300 millones de pesos, puede haber un mar de fondo… O sin fondo.
Primero por la tardanza de banqueros y autoridades en darlo a conocer y, segundo, porque no parece haber un plan claro para evitar ahora y en el futuro ataques similares a través de la creación de cuentas falsas y transferencias interbancarias.
Tanto el central Banco de México como la Comisión Nacional Bancaria y de Valores que regulan la actividad financiera pública y privada, apenas empiezan a tomar cartas en el asunto, en buena medida por la desidia, o vaya a saber usted porqué, de los banqueros.
Por lo pronto, la primera víctima de ese dejar hacer y dejar pasar de los señores del dinero, es Lorenza Martínez, directora del Sistema de Pagos del Banco de México, quien renunció a su cargo, o fue obligada a renunciar, apenas el martes 15 y esta noticia no tuvo, aparentemente, mayor repercusión fuera del medio.
Curiosamente, poco antes de dicha renuncia, Marco Martínez, presidente de la Asociación de Bancos de México se había lavado las manos al decir que el ataque cibernético empezó en uno de los sistemas de los proveedores que conectan con el Banco de México por lo cual los bancos no fueron los responsables de tan cuantioso robo a través del sistema virtual.
Con antelación, en esto es, en los primeros días de mayo, Lorenza Martínez había advertido que de comprobarse que los bancos no habían cumplido con los requisitos que les impone el Banco de México y que si fue el proveedor de la plataforma el que tuvo un problema, de todas maneras tendrían que sancionar a los bancos, recordó en su columna en El Universal el miércoles pasado, el especialista en finanzas Mario Maldonado, quien además añadió que los banqueros ya habían pedido la cabeza de <Lorenza Martínez por aquella declaración.
En síntesis, los dueños y directivos de las instituciones financieras, acostumbrados siempre a ganar, ganar, no están dispuestos a perder en un país como México en donde la banca en general y la extranjera en particular, obtiene los mayores dividendos del mundo sin que el gobierno los meta en cintura.
Vamos a ver si a la hora de la hora los bancos absorben la pérdida de los 300 millones o, como las Afores en su momento, hace poco más de un quinquenio, nos repartieron entre los afiliados sus pérdidas en la bolsa. A mí me descontaron más de 35 mil pesos.