La justificación social de la Alianza Partidista

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La semana pasada quedó oficializada la Alianza Partidista entre el PRI, PAN y PRD para ir en convenios de coalición flexible o parcial en la elección intermedia de 2021 en busca de la mayoría en la Cámara de Diputados por el principio de mayoría relativa.

Oficialmente quedó establecida lo que no era un secreto a voces: el PRIAN, aunque ahora con el pegote del PRD.

En la primera forma de organizar el camino a San Lázaro, la Alianza se dará sobre todo en aquellos distritos donde ninguno de los integrantes se sienta con la suficiente fuerza para ganar en solitario. En ese sentido, quien quedará rezagado en casi todo el territorio nacional será el Sol Azteca. En tanto el tricolor y el blanquiazul tendrán varios distritos donde querrán ir solitos sin la carga de los partidos que supondrán les restarán sufragios.

Más allá de los propios intereses personalísimos de cada instituto político sobre los intereses y prioridades ciudadanas; del negocio que significa la carrera electoral y el ejercicio de gobierno; de las inconsistencias ideológicas (si aún persiste la ideología) entre los tres sellos partidistas; lo que queda claro en la Alianza es el principal fin: quitarle la mayoría a Morena en la Cámara de Diputados, y con ello meter mano de manera más consistente en la distribución y uso de los recursos públicos.

Desde luego, buscar la mayoría en el poder Legislativo no es ningún pecado, y menos en una democracia (sin detenernos en su nivel de desarrollo), lo que no deja de llamar la atención es el alto precio que se está pagando para conseguirlo. Hasta aquí, todo se desarrolla conforme a la lógica partidista de todos los institutos políticos en México.

En ese sentido, me parece que la reflexión debe centrarse de nueva cuenta en la sociedad, en las ciudadanas de a pie, en la concurrencia electoral de cada tres años. Ahí, y no en otro lado, está la clave del asunto. En el colectivo social se encuentran las prácticas y discursos contradictorios; maquillados para confundir; guardados en el closet, para no mostrar las verdaderas intenciones; políticamente correctos, que se piensan, pero no se dicen por temor a la descalificación.

Desde la campaña electoral de 2018, se fueron multiplicando de dientes para afuera las voces que reconocían que ya no querían al PRI ni al PAN, pero que no consideraban a Morena como la mejor opción. Parecía que esa narrativa los salvaba de su verdadero deseo: que el PRIAN siguiera gobernando.

A dos años del gobierno de Andrés Manuel López Obrador, ya no pudieron más seguir ocultando su verdadera piel: tricolor/blanquiazul. Lo cual nos viene a demostrar que más allá de los errores y aciertos del gobierno de la 4T, los ciudadanos que apoyan la alianza confirman lo que muchos siempre hemos pensado: que para ellos fue doloroso perder la presidencia y que extrañan al PRI y al PAN porque consideran que en sus ejercicios de gobierno le fue muy bien a México o quizá piensen que les fue bien a ellos. De otra manera, no encuentro la explicación para el apoyo de la sociedad a una alianza PRI-PAN-PRD.

Estoy de acuerdo en las fallas de la 4T y reconozco sus aciertos y, aun así, bajo ninguna circunstancia tendría el valor de pedir el regreso del PRIAN al poder.

@contodoytriques

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