Las personas migrantes en el mundo continúan aceitando la maquinaria económica de las naciones a las que arriban en busca de un futuro mejor. Esto sigue sucediendo, aunque las condiciones de trabajo no siempre sean las más favorables. De hecho, la mano de obra migrante, sobre todo la llamada sin papeles, continúa siendo dócil, barata y calificada, resultando aún más atractiva su contratación. migración
Lo anterior es fácilmente comprobable al constatar los altos índices de ganancia que obtienen quienes utilizan los servicios de migrantes indocumentados. También, explica porqué en muchos países los grandes empresarios echan andar poderosas maquinarias para cabildear en los poderes legislativos y evitar la legalización de la mano de obra migrante.
Al final del día, la ecuación es sencilla para ellos: si se legaliza a los trabajadores migrantes se aumentará el costo de su contratación y se verán obligados a ofrecerles mejoras laborales, sin que eso necesariamente ─bajo la lógica empresarial, desde luego─ genere mayores ganancias o mejore la calidad del trabajo que ya de suyo realizan en los lugares de arribo.
La Organización Mundial del Trabajo (OIT) publicó el estudio Estimaciones mundiales sobre los trabajadores y las trabajadoras migrantes. Los resultados de la investigación dan cuenta de la numeralia laboral que construyen los exiliados económicos a nivel planetario. Veamos.
En el mundo, desde 2017, el número de trabajadores migrantes internacionales pasó de 164 a 169 millones. Esto representa alrededor del 5% de la fuerza laboral global. De este universo, 63.8 millones viven en Europa y Asia Central y 43.3 millones radican en América. En cada una de las regiones de los países árabes, de Asia y el Pacífico se encuentran 24 millones de trabajadores migrantes. Finalmente, en África se cuentan 13.7 millones.
También, 86.5% del total son adultos jóvenes, de entre 25 y 64 años. 16.8 millones tienen entre 16 y 24 años. Los hombres son 99 millones y el resto son mujeres. En cuanto a las áreas de trabajo, 66.2% laboran en el sector servicios, 26.7 % en la industria y 7.1% en la agricultura.
Como sucede en sus lugares de origen, las mujeres migrantes, además de sufrir altos niveles de violencia durante su periplo, enfrentan mayores obstáculos socioeconómicos al momento de buscar insertarse en el mercado laboral, y reciben en promedio 30% salario que los hombres, sin olvidar las constantes prácticas de acoso y abuso laboral y sexual que experimentan en sus lugares de trabajo.
Al final del día, debemos estar ciertos del aporte económico que realizan los trabajadores migrantes internacionales. No sólo forman parte de la maquinaria económica, sino que contribuyen de manera constante con el pago de impuestos, aunque no necesariamente reciben todos los derechos y beneficios sociales de los que gozan los ciudadanos con papeles en los países de arribo.
Y desde luego, no podemos olvidar el envío de millonarias remesas a sus familias que se quedaron en los lugares de origen, lo que impacta favorablemente a las economías remeseras del mundo, y los vuelve una parte importante de la economía mundial.
Por todo ello, se impone hacer lo necesario para cambiar las condiciones de trabajo de las personas migrantes y sacarlos de los esquemas laborales informales, temporales, y con poca protección que hace de esa mano de obra uno de los eslabones más débiles de la cadena productiva.
@contodoytriques
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