La premura de cumplir las promesas

El Rincón de Clío

Criterios

El momento ya cambió. Las exigencias ciudadanas también. La urgencia nacional reclama acciones que muestren claramente la ruta a seguir. Nadie pide soluciones inmediatas, pero sí luminosidad en el camino que se andará. No podemos conformarnos con la luz al final del túnel, es obligado alumbrar las pisadas. De la andanada de promesas, el gobierno de Andrés Manuel López Obrador debe pasar al cumplimiento de ellas. La velocidad necesaria para abordar la vorágine cotidiana se impone sobre la capacidad, en muchos momentos, de quienes deben tomar las mejores decisiones.

Por ningún motivo exijo un cambio inmediato en la primera semana de gobierno, solo reflexiono sobre la imperiosa necesidad del presidente de la República de cambiar de vestidura: pasar de candidato a mandatario.

Dejar de lado los mítines políticos que nos recuerdan el proceso electoral y concretar acciones que garanticen la mejoría en la salud de la República. Las selfies ciudadanas ayudarán de poco en el hacer gubernamental.

La legitimidad la obtuvo en las urnas, y la podrá mantener en tanto haga bien su trabajo. Nada más, pero nada menos.

Estoy cierto, que en los primeros días hemos visto acciones que indican una manera diferente de gobernar y abordar los problemas nacionales, desde el anuncio de la creación de la comisión de la verdad para el caso Ayotzinapa; mandar la iniciativa para eliminar el fuero presidencial; hasta el anuncio de la nueva estrategia para enfrentar la delincuencia (que si bien es diferente y la entiendo, sigo sin compartir la militarización del combate al crimen organizado por los terribles resultados que hemos tenido); cuestiones como la apertura de la residencia oficial de Los Pinos a los ciudadanos; el inicio del proceso de venta del avión presidencial, las primeras acciones de austeridad y asignación del presupuesto; pasando por la firma del Plan de Desarrollo Integral con Guatemala, Honduras y El Salvador con la finalidad de generar condiciones favorables en nuestros vecinos del sur que ayuden a detener en sus tierras la sangría poblacional.

No obstante, al paso del tiempo la máxima de la política se irá instalando en el gobierno lopezobradorista: problemas heredados no resueltos, se vuelven problemas propios. Esta misma semana no dejaron de aparecer las muestras de violencia en varias entidades. En Jalisco, donde el 5 de diciembre asumirá el poder, Enrique Alfaro, fueron asesinados seis elementos de la Fuerza Única Regional en el municipio de La Huerta; mientras que en Tepic, Nayarit, fue localizado sin vida el cuerpo de Jesús Alejandro Márquez Jiménez, quien fuera director de Orión Informativo, convirtiéndose en el primer periodista asesinado en este sexenio.

López Obrador no puede llamarse a sorpresa, y de ser cierto que, como él mismo afirmó esta semana, “tiene las riendas del poder en sus manos”, pues no queda más que realizar acciones concretas que aceleren la concreción del raudal de promesas realizadas en la campaña. Pero más allá del tamaño de las promesas, lo que pesa demasiado son el cúmulo de pendientes nacionales que hacen las veces de un lastre que impiden caminar hacia un mejor lugar.

Sin duda, los primeros cien días de gobierno serán claves para saber con seguridad si las promesas de campaña y los discursos placeros se materializarán en bienestar para la población, o pasarán a formar parte de la retórica anecdótica de la clase política mexicana. Al tiempo.

@contodoytriques

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