Nuevo etiquetado frontal es fácil de comprender: Barquera

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Ciudad de México-. En conferencia nacional sobre Covid-19, José Luis Alomía, director de Epidemiología de la Secretaría de Salud, acompañado de Simón Barquera, director del Centro de Investigación en Nutrición y Salud del Instituto Nacional de Salud Pública (INSP), habló sobre el nuevo etiquetado frontal de los alimentos.

Alomía comenzó la conferencia señalando que ningún nivel del Semáforo Covid-19 no tiene riesgos, cada uno los tiene, así como sus respectivas características y actividades.

Sobre los casos, el porcentaje de positividad del país es del 39%. Los activos están representados por el 5%, y han mostrado un descenso más que una estabilidad, teniendo una disminución desde la semana 30.

Al día de hoy, México suma 684 mil 113 casos acumulados, 75 mil 552 sospechosos, y 72 mil 179 decesos confirmados.

789 mil 978 resultaron ser negativos, hay 32 mil 787 casos activos y 488 mil 416 personas se han recuperado.

Respecto a la ocupación hospitalaria, la de camas generales es del 31% a nivel nacional, y por lo menos cada estado tiene un 47% de disponibilidad. En cuanto a las camas para casos graves, la ocupación media nacional es de 25%, y las entidades tienen por lo menos 58% de capacidad.

Posteriormente, el dr. Barquera expuso el nuevo etiquetado frontal de alimentos, indicando que a pesar de ser una estrategia de salud nueva ya había sido trabajado por científicos desde hace 14 años.

Comentó que su función es evaluar rápidamente los alimentos, especialmente debido a los estilos de vida actuales apresurados, con poco tiempo y muchas opciones, que sea entendido por la mayor parte de la población, y de ser posible incluso por los niños. Que sea claro, no genere confusiones y facilite la reformulación de productos para hacerlos más saludables.

Otro objetivo que tiene es generar cambios en la conducta del consumidor para que sea un incentivo con el fin de que las empresas creen productos saludables.

Con base en estudios, el sistema de etiquetado anterior, el cual fue generado por la industria de comida chatarra, no orientaba a los consumidores, por el contrario les resultaba complicado entenderlo.

Dicho etiquetado se basaba en una ingesta de dos mil calorías diarias, lo cual no aplica a todas las personas y menos a los niños, puesto que recomienda que se coman más de lo necesario, lo cual no es prudente. También sugería un consumo de 90 g de azúcar al día, cuando el máximo tolerable recomendado por la Organización Mundial de la Salud (OMS) es de 50 g diarios.

Una vez más, en el caso de los niños la cantidad es menor. También las porciones eran arbitrarias, es decir que cada producto tenía una distinta, lo cual resulta complicado para su comparación.

Fue evaluado en el 2011, cuando algunas compañías lo aplicaron en México de manera voluntaria, y el gobierno lo adoptó como sistema estándar en el 2013.

Las bebidas azucaradas causan más de 40 mil muertes anuales en el país. Los azúcares añadidos representan uno de los factores que influyen en la diabetes y enfermedades crónicas.

Según la Organización Panamericana de la Salud (OPS), los ingredientes críticos que afectan a la salud se son la sal, azúcar y grasa agregados a los productos industrializados.

Algunos de los mitos que hay alrededor del nuevo etiquetado frontal en el país son que no va a funcionar, el consumo de chatarra va a seguir, va a afectar a la economía, no detalle ingredientes, no incluye una estrategia integral y se lo copiaron a Chile.

Frente a ellos, Barquera comunicó que en promedio el 30% de la dieta de los mexicanos está representada por comida chatarra, y el otro 70% por alimentos saludables, no va a generar afecciones económicas,  existen productos mexicanos que son saludables, y sí es parecido al chileno, pero le hicieron unos cambios.

La meta es orientar a la población a que se informe para tomar elecciones saludables. Añadió que no se trata de satanizar ningún producto, ni que se tenga que desaparecer. El trabajo de las autoridades es advertir sobre su consumo.

El etiquetado fue evaluado en 2016 en cuatro países, incluyendo México, y el estudio demostró que los niños lo entendían mejor que el que ya había.

Además, hay estudios publicados en este año que sustentan el nuevo etiquetado, el cual llegó a un muy buen consenso por parte de los grupos mexicanos interesados en el tema de la salud.

Otro aspecto que incluye el nuevo etiquetado es que detallará los distintos tipos de azúcar que contenga el producto.

Sobre la cafeína, los niños son muy sensibles a ella, ya que puede generarles ansiedad o problemas para dormir. Los edulcorantes no calóricos también tienen efectos en ellos. Incluso hay estudios que demuestran que generan una respuesta metabólica.

Respecto a los productos de tamaño pequeño, diseñaron un microetiquetado, para el cual elaboraron un octágono negro que indica el número de sellos del producto.

El nuevo etiquetado está respaldado por instituciones internacionales como la OMS, OPS, la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef), además de que la Federación Mundial de Obesidad felicitó al país y a los investigadores por su elaboración.

Finalmente, Barquera apuntó que la controversia viene de los grupos que preferían el etiquetado pasado.

Es una estrategia de salud pública, que forma parte de la Política Integral de Obesidad, dijo.

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