“Quien a dos amos (AMLO y El Licenciado) sirve…”

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En la columna del pasado lunes  referí que con sus discursos en la FIL, Raúl Padilla López –de quien en esencia me ocupé– y Enrique Alfaro –para quien aparté el espacio de hoy– “removieron rescoldos que pueden encender, mínimamente, una llamarada”.

¿Por qué? Porque El Licenciado, como cacique universitario, a nombre de “su” UdeG y de “su cultura” exige mayor presupuesto del gobierno federal, sin tener gran transparencia en el manejo del multimillonario recurso, y es él quien parte y recomparte, y se lleva, si no la mayor, sí una buena parte.

Pero esto y más lo sabe Andrés Manuel López Obrador.

Mientras tanto,  Alfaro, de un partido de oposición al presidente, quién sabe por qué razones se lanzó duro en su contra. Probablemente para estar a tono con Padilla, ahora que van de nuevo de la mano, o si lo hizo para realmente “defender” la soberanía de la entidad, consciente de que AMLO, “tiene otros datos” y otros gobernadores amigos e incondicionales… y que no olvida a sus adversarios.

El problema del mensaje de Alfaro es en dónde lo dijo, qué terreno pisaba: la Feria Internacional del Libro,  y ante quién lo dijo: su iniciador y sempiterno presidente del patronato.

En su largo discurso de aniversario el domingo primero de diciembre, Andrés Manuel aseguró que la Línea 3 del Tren Eléctrico estaría concluida este mes, y aparte de que falta mucho por hacer sin que parezca que al final del año estaría lista, podría retrasarse todavía más por cuestiones meramente políticas. Y este es sólo un ejemplo; pero vendrán más cosas que pueden encender, aunque sea, una llamarada, no cabe duda, y el estado pagaría su atrevimiento.

Como haya sido, el gobernador apoyó a Padilla López, con quien había hecho alianza en favor del candidato panista a la presidencia.

Así pues, de una u otra forma, Alfaro Ramírez está con el exrector, apoyándolo para que le den más recursos económicos alegando educación y cultura, “su cultura”, sin importarles mayormente la transparencia; aunque en parte pueden no faltarle razones al primero, como el derecho a disentir del jefe del Ejecutivo nacional, al señalar:

“…No podemos guardar silencio cuando se pretende imponer una idea monolítica de lo que significa lo nacional. El futuro de México se debe construir en la lógica de la pluralidad y el respeto a quienes piensan distinto a nosotros, partiendo de la premisa de que nuestro silencio, hoy por miedo o por displicencia, nos cobrará una terrible factura mañana”.

Y claro que cabe pensar diferente y actuar diferente, pero no para quedar bien con el socio o aliado más que con los intereses de los ciudadanos.

No creo, como el gobernador se evalentonó a externar, que “es buen momento para exponer con claridad y de frente lo que muchos, cada vez más, pensamos, pero que sólo lo hablamos en privado”, sobre “las declaraciones  de  guerra a la delincuencia que fueron un fracaso, sí. Pero vamos a hundir al país si pensamos que a quienes quieren someternos generando miedo hay que darles un abrazo”.

Siguió diciendo que sí hay que desmantelar el viejo régimen, “pero cometeremos un error histórico si justificamos la destrucción del orden institucional y de derecho a partir de la premisa de que nada funciona. Era urgente separar el poder económico del poder público, sí. Pero vamos a colapsar nuestra economía si profundizamos la desconfianza y el temor en el sector privado simulando una relación estrecha que se limita a actos protocolarios con las cúpulas.

“Aquí cabe la pregunta: ¿expresar nuestras ideas nos pone en un escenario de confrontación con el presidente de México? Creo que es justamente lo contrario. Queremos ayudar al presidente a transformar a México, pero eso sólo puede lograrse si todos entendemos que el debate de las ideas enriquece la democracia, que lo nacional se construye también desde lo local”.

Echó tierra directamente al mencionar que no se debe rehuir el diálogo evitando  asistir a actos como éste. “Vamos a hacer lo que nos toca para que el gobierno nacional corrija el rumbo en agendas fundamentales. No más silencio, no más cabezas agachadas. Eso no le sirve a México”.

Me da la impresión que a ratos el mandatario de Jalisco olvidó la arena movediza que pisaba, y que estaba en una parcela que poco ayuda a creer en la sinceridad de sus palabras, y que más bien fue para ayudar a su compadre.

¿Será acaso sólo un resentimiento en contra de López Obrador, tan parecido a Alfaro con eso de la 4T nacional y la “Refundación de Jalisco”, aparte de la epidermis tan delgada que tienen uno y otro cuando se les señalan deslices o errores y reviran a la primera de cambio?

Algo ha pasado, o pasará en hechos, más que en palabras. Ojalá sea apenas una llamarada para que no paguen justos (los ciudadanos) por pecadores… de la política, en la que cada cual refleja su imagen. Y su ego.

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