¿Quién es Marcela Turati?

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¿Por qué el Alto Comisionado de Derechos Humanos de la ONU condena la persecución contra ella y otras dos activistas?

Marcela Turati Muñoz nació en la Ciudad de México en la década de los setenta. Es excolaboradora de varios de los principales medios de comunicación, entre ellos la revista Proceso. Cuando ella habla, su voz no se escucha fuerte, más bien es una voz suave, que se siente e invita a reflexionar. Su voz primero llega al inconsciente y, al pasar al lado racional del cerebro, se aloja ahí.

Por decirlo de alguna manera, su mensaje busca –por principio– ser oído; su voz es un sonido que, cuando logra su objetivo de atrapar la atención, te carcome por la intranquilidad que desata ante la cruda realidad que casi siempre describe.

Sus investigaciones desafían el silencio y rompen la censura, la impuesta por las instituciones o la que es sembrada por cualquier grupo del crimen organizado con base en el silencio, justo la estrategia que tanto agrada a los poderosos o violentos clanes de las mafias de asesinos dedicados al tráfico de drogas y de los ineptos funcionarios; al ministerio público que hace de una defensora de derechos humanos, una presunta criminal, y que en algunas ocasiones también contribuyen en ese mecanismo de criminalización; a empleados de las fiscalías, abogados particulares o funcionarios de juzgados y tribunales.

Quienes la conocen saben que Turati es serena al escribir. Lo suyo es escuchar y analizar. Entrevista de manera tranquila, con preguntas cortas que luego desmenuza y contrasta con la información obtenida en recorridos de campo o en documentos que obtiene. Así prepara y organiza su día, antes de dar el primer golpe sobre el teclado de su computadora.

Es ahí en donde Turati se transforma y se convierte en una aguerrida defensora de la causa de los derechos humanos y en la voz de hombres y mujeres que de otra manera jamás serían escuchados. Quienes quieren ver en su trabajo una actitud militante buscan negar las verdades que ella exhibe.

Entre los libros que ha publicado o en los que ha participado aparecen Fuego Cruzado, las víctimas del narco; Entre las cenizas: Historia de vida en tiempos de muerte; La Guerra por Juárez; La Ley del Cuerno; Siete formas de morir con el narco mexicano y muchos otros textos.

Se trata, quizá, de la periodista mexicana más reconocida en el extranjero, quien acumula una gran cantidad de reconocimientos y galardones por su labor de carácter humanitaria, tanto así que el Alto Comisionado de Derechos Humanos de la ONU hoy demanda al gobierno de México, protección especial para esa periodista de investigación y para Ana Lorena Delgadillo y Mercedes Doretti, dos defensoras de derechos humanos que, junto con ella, viven el acoso institucional y sufren de espionaje.

Turati es distraída, pero cuando escribe no se nota ese detalle. Es una mujer que te escucha y lo hace con serenidad. Entrevista de la misma forma a los funcionarios de alto rango como al indígena o comerciante de su barrio.

Ella acostumbra ocultar parte de sus pensamientos en su silencio. Los dedos que surcan su cabellera hacen las veces de una especie de peine; sin embargo, es bajo su abundante cabellera que acomoda de manera pacífica sus impresiones y conclusiones, o intenta dar con la herramienta ideal para desmenuzar la veracidad de la información que los hombres del poder y de las instituciones presentan, o de aquello que le cuentan o le ocultan.

El silencio de Marcela es peligroso, lo usa para pensar y exhibir verdades que los poderosos quieren ocultar. Esa mujer que ahora quieren enjuiciar, es un símbolo de honestidad y lucha. Marcela es una voz que conmina a la justicia y a la paz. Su trabajo es como la vela encendida por la noche en la era del medievo.

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