Violencia que no acaba

Mirada Violeta

Criterios

 

Según datos del Inegi, de los 46.5 millones de mujeres de 15 años y más que hay en México, el 66.1% ─ 30.7 millones de mujeres─ han enfrentado violencia de cualquier tipo y de cualquier agresor, alguna vez en su vida. El 43.9% ha enfrentado agresiones del esposo o pareja actual,  acentuándose esta situación entre las mujeres que se casaron o unieron antes de los 18 años que entre quienes lo hicieron a los 25 o más años.

En 2018 se registraron 3 mil 752 defunciones por homicidio de mujeres, la dato mayor registrado en los últimos 29 años, lo que en promedio significa que 10 mujeres fueron asesinadas diariamente.

En el caso de Jalisco, solo en lo va de enero al 25 de noviembre de este año, han sido asesinadas 233 mujeres, la cifra más alta de los últimos 30 años.

Cuando las feministas latinoamericanas en 1991 propusieron que el 25 de noviembre fuera designado como el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia Contra las Mujeres ─en memoria de las hermanas Minerva, Patria y María Teresa Mirabal─ asesinadas en 1960 durante la dictadura de Rafael Trujillo, en República Dominicana, no imaginaron que 28 años después la situación de violencia contra las mujeres estaría peor que nunca.

Lo anterior pese a que la propia ONU, el 17 de diciembre de 1999 en su resolución A/RES/54/134, declaró el 25 de noviembre como el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra las Mujeres, mediante la cual insta a los gobiernos, instituciones, fondos y programas del sistema de las Naciones Unidas, así como a organizaciones internacionales y organizaciones no gubernamentales a llevar a cabo actividades dirigidas a sensibilizar a la opinión pública respecto del problema de la violencia contra las mujeres, entendiendo esto como “…todo acto de violencia basado en la pertenencia al sexo femenino que tenga o pueda tener como resultado un daño o sufrimiento físico, sexual o sicológico para la mujer, así como las amenazas de tales actos, la coacción o la privación arbitraria de la libertad, tanto si se producen en la vida pública como en la vida privada”.

La declaración reconoce que la violencia contra las mujeres no es un problema de índole privado, sino social y que “…constituye una manifestación de relaciones de poder históricamente desiguales entre el hombre y la mujer, que han conducido a la dominación de la mujer y a la discriminación en su contra por parte del hombre e impedido el adelanto pleno de la mujer”.

A poco de cumplirse 20 años de esa resolución, la situación en América Latina, México y Jalisco es más que lamentable. La violencia contra las mujeres no solo no ha sido erradicada o disminuida, sino que va en franco aumento y agudización. La razón de esto es que no existe política pública que prevenga, sancione y erradique la violencia contra las mujeres en nuestro país ni en el estado.

No hay respuestas de Estado que combatan la violencia contra las mujeres con la misma magnitud del problema. Es decir, si la violencia contra las mujeres es estructural y sistémica, la respuesta estatal se ha limitado a campañitas que no impactan en la vida de las mujeres. Pasando la parafernalia del 25 de noviembre, las instituciones volverán a sus funciones y se olvidarán de las 10 mujeres asesinadas diariamente en nuestro país y  volveremos a escuchar sus discursos consternados el próximo año en vísperas del 25 de noviembre.

 

 

 

lupitaramosponce@gmail.com

@lupitaramosponce

 

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