Vivir en un sueño: los efectos del trastorno de despersonalización

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“Lo primero que se le ocurre a la gente buscar en Google cuando sufre despersonalización es:  ‘Mi vida parece un sueño, mi vida parece irreal, parece que todo lo que he vivido lo he soñado, lo recuerdo pero no lo siento, todo es una farsa o un producto de la mente’“.

 

Dulce Nataly Figueroa Santana*

 

“Sabes que amas a tu familia, pero no como normalmente lo harías, sólo lo sabes académicamente”. Es la manera como Sarah relató su experiencia a la BBC News, de Reino Unido, en 2017, con relación a los episodios que tuvo de Trastorno de Despersonalización y Desrealización. Como actriz, el desorden empañó su desempeño para proyectar correctamente las emociones del papel en sus personajes.

Esta enfermedad es catalogada como un trastorno disociativo. Según el diccionario de la Real Academia Española, la palabra “disociar” significa separar algo de otra cosa a la que estaba unida.

Quienes lo padecen sienten que su cuerpo no pertenece a ellos, que están distantes a su entorno y alejados de sus emociones. No hay afectividad, ni amor ni tristeza. La vida se convierte en una lucha, y el campo de batalla es una planicie de emociones.

Califican la vida como algo irreal. La vista se les cubre por una especie de neblina; las personas que se sumergen en la red en búsqueda de definir qué es lo que padecen; conversan en foros y expresan que es como ver en 2D. La vida se asemeja a una película y el sujeto es un simple espectador que no conoce su historia, ni de dónde viene ni a dónde va.

Las emociones fungen como un puente para recordar. Para una persona despersonalizada es difícil conectar los recuerdos con claridad, por lo que la memoria de corto plazo puede verse perjudicada. Detalles de días pasados, qué ropa se usó, sobre qué conversó, son algunos ejemplos.

Este onírico desorden aparece como un mecanismo de defensa para hacer frente a un trauma fuerte, una ansiedad constante o un ataque de pánico, para que la persona pueda soportar la realidad que atraviesa. Vivir en un sueño es la manera en la que el cerebro humano interpreta y digiere las experiencias traumatizantes e intensas. Los síntomas suelen ser fuertes y prolongados.

La despersonalización afecta en tareas tan simples como pensar, conversar, realizar tareas domésticas o escolares, disfrutar de una canción, de una película o planificar. Las personas se distancian de sus seres queridos por la falta de significado y emoción en las relaciones, lo que puede confundirse con fobia social o depresión.

Esto es muy común, y forma parte de los síntomas en ansiedad y del trastorno de pánico. Puede hacerse el diagnóstico o ser sólo un síntoma. “Junto con la sensación de irrealidad, puede aparecer miedo intenso, taquicardias y sensación de ahogo”, indica el doctor Ángel Guerrero, del Centro de Especialidades Médicas, Psicológicas y de Lenguaje en Guadalajara. El diagnóstico puede presentarse hasta en niños, pero a partir de los 16 años puede incrementar su aparición. Es conveniente, para aquellos que sufren esta enfermedad, tomar terapia psicológica y tratamiento psiquiátrico.

Un estudio publicado en la Universidad de Oxford titulado Feeling Unreal: Depersonalization disorder and the loss of the self, describe a la despersonalización y desrealización como un cuadro frecuente en la práctica psiquiátrica. Cualquier persona puede presentar algún síntoma debido a situaciones ordinarias de agotamiento físico o emocional, estrés o privación de sueño.

En el periodo de enero a diciembre de 2018, el Instituto Jalisciense de Salud Mental atendió 57 mil 373 pacientes en consulta de psicología y psiquiatría, de los cuales 6 mil 153 pertenecen al trastorno de ansiedad generalizada, es decir, más del 10 por ciento de los casos atendidos, y fue la principal causa de atención en el instituto.

Los recuerdos, vacíos de emociones

Santos Barrios Canseco se describe a sí mismo como una persona intelectual y ajedrecista. Explica que en 1988, con 20 años, una relación de pocos contrapesos y una carrera en telecomunicaciones, se encontraba en constante estrés y sin descanso. “A veces (mi novia) me planteaba: si me quieres, tienes que quedarte conmigo”. Hasta dos años después, entre el ajedrez, la relación, las emociones que tenía que soportar y los estudios, sufrió su primer ataque de despersonalización, cuando estaba lejos de la ciudad, montado en un tractor. “Yo creía que podía con todo (…) Pero la mente tiene que descansar”.

Desde abril de 1988 hasta noviembre de 2014 sufrió de despersonalización y derealización. Santos vivió 26 años entre grises y planicies emocionales.

Desde entonces, él se ha dedicado a estudiar y explorar varios formatos y plataformas, como YouTube, con un canal al que siguen casi tres mil personas, para ayudar a aquellos que atraviesan esta desagradable enfermedad y que desconocen que su condición tiene un nombre.

“La despersonalización ha sido la peor experiencia de mi vida”. “Estoy tan feliz de enterarme que no soy sólo yo, literalmente estoy llorando”, son la clase de comentarios que pueden encontrarse desplegados en sus videos.

En 2014, Santos adoptó un blog para compartir una serie de 20 ejercicios cognitivos que, a medida que él los realizaba, le ayudaban a mejorar su condición. Estos ejercicios al poco tiempo se vieron plasmados en su libro Conoce y supera la despersonalización y la desrealización, publicado en 2017.

“Coma emocional” es uno de los títulos que Barrios pensó para su libro. “Realmente, desde el 88 hasta el 2014 es como si nada me hubiera afectado durante todos esos años”. Al final desistió de la idea, al creer que la gente que buscara una respuesta no sabría relacionarlo con el título, el cual terminó en uno más claro.

El libro explica la estructura del cerebro, basado en libros de anatomía y en la percepción del yo, que indagan en la complejidad del hemisferio derecho del cerebro, responsable de la parte creativa y emocional de los seres humanos.

Barrios enfatiza que la causa principal de estos trastornos es la ansiedad generalizada, con estrés fuerte y continuo, o un trauma emocional muy fuerte. Según su hipótesis, la comunicación entre ambos hemisferios de un cerebro despersonalizado no es la correcta.

“Podríamos decir que es un trastorno neuroquímico, ligado a la transmisión nerviosa de un punto a otro del cerebro. ¿En qué se basa esto? En que los síntomas y las carencias que se tienen cuando se sufre este desorden están ligados a las funciones típicas del hemisferio derecho, como, por ejemplo, reconocimiento de caras y patrones visuales, el espacio y el tiempo, la tridimensionalidad de los objetos y la destrucción del yo. La historia personal de cada uno se ve alterada, se nota un antes y un después”.

Comenta que el hemisferio derecho se aísla para evitar que las emociones negativas ganen protagonismo en la condición anímica de la persona. Además, deja en claro que la visión borrosa no es literal, sino sólo una manera extraña en la que “lo que ves no te dice nada, la mente no sabe qué hacer con un paisaje, no lo procesa, no salta ni una emoción, y los recuerdos carecen de ellas.”

Los ejercicios propuestos por Barrios ayudan a habituar a la mente a captar los detalles del entorno, ejercitar la memoria emocional y reconectar con los propios gustos.

·         Salir a caminar solo, despacio y por gusto, escuchar cada sonido del paisaje, cada paso, y observar cada textura.

·         En las actividades cotidianas del trabajo y la escuela, detenerse a observar alrededor, o cómo están vestidas las personan.

·         Planificar el día después de los deberes, con actividades o pasatiempos que solían ser predilectos para la persona.

·         Realizar tareas que requieran un esfuerzo intelectual, como leer. Es preciso que sean novelas o literatura, no libros técnicos.

·         Estirarse, mover los pies, los brazos o la cabeza, consciente de la pertenencia de dichas extremidades.

·         Esforzarse en recordar qué se hizo un día anterior, en dónde y con quién, escribirlo si es necesario.

·         Juguetear con cualquier objeto: bolígrafos, teléfonos, libros, etc.

·         Desconectarse por un buen rato del teléfono y/o redes sociales.

 

 

Una vida complaciente y acelerada

Barrios, después de recopilar más de mil historiales clínicos de personas despersonalizadas, notó que la ansiedad, el estrés o el pánico constante daban el crédito a algunos patrones estándar, como:

·         Estudiar y trabajar al mismo tiempo.

·         Mudarse a otra ciudad o a otro país, quedando lejos de amigos y familiares.

·         Presión por conseguir trabajo o dinero.

·         El carácter sensible, las personas complacientes salvo con ellos mismos.

·         No saber decir no.

·         Negación emocional de los padres a los hijos.

·         Consumo de drogas; en cuyos casos Barrios asegura que más del 50 por ciento han disparado el trastorno, principalmente por ingestión de mariguana.

·         Casos de robo, asesinato, amenazas de muerte.

·         Sufrir las consecuencias de un desastre natural.

La preocupación constante por los síntomas puede provocar más ansiedad, lo que puede conllevar a un círculo vicioso que hace que la lucha contra este estado sea prolongada y constante, incluso por tiempo indefinido.

No están locos, están enfermos

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), 25% de los adultos desarrollará algún tipo de enfermedad mental a lo largo de su vida, y sólo uno de cada cinco que la padece busca ayuda, debido al desconocimiento y a los estigmas sociales que puedan presentarse. El doctor Ángel Guerrero aclara que para considerar si una persona sufre un trastorno psicológico o psiquiátrico, los aspectos laborales, sociales y personales penden de una delgada línea hacia el descuido y la falta de rigor para realizar las actividades que estas áreas de la vida requieran.

Samantha Flores Reynoso, médico psiquiatra egresada del Instituto Jalisciense de Salud Mental, revela que los estigmas –condición o comportamiento que hace ver al portador culturalmente inaceptable– son comunes en la sociedad, lo que envuelve a los pacientes en juicios como ser débiles, peligrosos y responsables de su condición. La población general tiene poco conocimiento acerca de la enfermedad mental y esto provoca estigmatización. “A los hombres se les critica más que a las mujeres, y si su clase social es baja, mayor es la posibilidad de que la persona sea excluida de su comunidad”.

En los peores casos, estas expresiones pueden traducirse en depresión, incremento de ansiedad, poco desempeño social, baja autoestima y aislamiento, como una estrategia para afrontar la situación.

Bajo la perspectiva de la psicología, la familia es el primer laboratorio social. Rosa Jiménez, psicóloga del Instituto de Psicoterapia Sistemática Bateson, explica que desde edad temprana los mensajes que se transmiten en la dinámica familiar con doble sentido, como decir una cosa con una gesticulación o emoción distinta, pueden dar paso a trastornos psiquiátricos. “Todos los dobles mensajes, como: sí te dije, pero no es cierto; o ¿cuándo te lo dije?, o cuando me preguntas te digo que no es cierto. Depende de cómo una persona aprenda a verse a sí misma, a ser vista, en relación con el ambiente familiar, va a ir estableciendo la percepción de sí misma y su personalidad.”

Si hay una crisis familiar, señala, la persona puede quedar expuesta a que se disocie. El trabajo del psicólogo es restaurar y trabajar al sujeto para que comience a descubrir sus propios deseos y pensamientos, o si la persona no es capaz de decidir por sí misma, siempre y cuando no haya daño neurológico, Si es que lo hay, comienza el trabajo en psiquiatría con medicación.

 

*Estudiante del ITESO.

 

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