Las complicidades entre medios de comunicación y gobiernos, lubricadas con pautas publicitarias discrecionales, determinadas por intereses políticos y privados, que lucran en forma privilegiada y ventajosa con el dinero de los contribuyentes, también son una forma de corrupción que debe combatirse.
La reducción del 50 por ciento en los presupuestos de publicidad oficial que hasta la fecha ha ejercido en forma discrecional la administración federal de Enrique Peña Nieto (2012-2018), tiene muy preocupados a los dueños de importantes empresas o grupos editoriales, que integran un sistema de medios de comunicación que en México se ha acostumbrado a vivir, mayoritariamente, de los subsidios que los gobiernos federal, estatales, municipales y dependencias de la más diversa naturaleza pagan año con año para comprar voluntades, lealtades y complicidades.