Alfaro y Padilla, agarraditos del codo

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Diré simplemente que fue gracioso el final de la mañanera de ayer viernes 13 de noviembre. La guapa reportera Juncal abordó a AMLO en torno al recurrente y enfadoso tema que siempre trae a flor de piel el gobernador tapatío Enrique Alfaro. Que lo de la aprobación del presupuesto para el 2021 es una infamia; que si les van a recortar recursos para renglones patrióticos; que si pozole con cueritos; que si café con tenedor. Y como ya tiene siempre bien montado un numerito, al final dijo Alfaro que tiene todas las pruebas en la mano de que un equipo roñoso, dirigido o coordinado por Morena, o sea por AMLO, le va a reiniciar campaña ruidosa para desprestigiarlo y bla, bla.

Obrador aclaró que eso ya lo había ventilado bien con Alfaro por allá en abril o mayo, cuando se suscitaron las movilizaciones tapatías para protestar en contra de la muerte de Giovanni, un albañil de Ixtlahuacán que estaba frente a su casa, hasta parece que echándose unas chelas con su familia. Pues llegó la policía municipal y cargó con él porque no traía mascarilla. Se lo llevó y la familia ya no volvió a saber de él. A los días apareció muerto. Del asunto nos vinimos a enterar como al mes de ocurrido, cuando los hermanos hicieron público el video de su detención y el nulo avance del esclarecimiento de este crimen. Eso fue ya hace más de medio año.

Mucha muchachada tapatía se organizó y salió a protestar por estas arbitrariedades y por el tortuguismo judicial. Pero se topó de manos a boca con una policía también encorajinada y altiva, resuelta a repeler la protesta. Esto no ocurre siempre. Es muy propio de estados despolitizados como el nuestro, en el que se confunden el caldo y las albóndigas. Hubo trifulca, hubo estropicios, hubo alteración del orden. La muchachada programó una nueva jornada de manifestaciones para el día siguiente. Pero la cuica impidió que se concentrara una sola de las nuevas algaradas programadas.

En medio de esta zambra fue que salió Alfaro aquella vez con su batea de babas. Dijo que tenía todas las pruebas a la mano de que le estaban agitando las aguas desde los sótanos del poder federal. Según AMLO reveló ayer, en la carpeta que le entregó cuando vino a esclarecer el asunto, señalaba a Jesús Ramírez y a la niña fotógrafa que no lo deja ni a sol ni a sombra. Le hizo ver el error, AMLO a Alfaro, y, al parecer, le entendió. Pero como la chica Juncal revive el hecho ahora bajo otras condiciones, lo más probable es que Alfaro no le haya entendido. O si le mostraron el error, le vale cacahuate que le señalen su equivocación. Él no se baja del macho y háganle como quieran. Para él AMLO trae campaña para que no avance en sus pretensiones de ser el próximo presidente de la república. Más claro no canta un gallo.

Lo único novedoso de esta vieja reyerta fue el cierre que le dio el bueno de AMLO al asunto. Hizo mención de que uno de los cuates de proyecto de Alfaro es Raúl Padilla López. Ahí andan del codo, promoviéndose en el vaporoso universo de la cultura y de los libros, y no pierden ocasión para dar cara. Mencionó el último de los premios de intercambio, o de plano comprados, que obtuvo la FIL, en cuyos escenarios de glamour aparece luego, como condecorado de ocasión, el mentado Raúl, siempre Raúl.

Que en el discurso de recepción dijo que había que ‘proteger al libro de gobiernos populistas’ o algo así. ¿Qué no dirá ante el micrófono y sin restricciones racionales un analfabeta funcional? Esto sería parte de otra reflexión. Lo interesante es que Obrador haya trazado línea, como suele hacerlo precisamente en ese coto comunicativo suyo que son las mañaneras. Les dejo de tarea, dijo a los presentes, de que investiguen cuántos años lleva Raúl Padilla al mando, al frente de la UdeG.

Por fin, después de ya casi dos años de gobierno, nos enteramos de que Obrador hace mención directa de este porro institucional. Eso de que desde cuándo está al frente de la UdeG es mera figura retórica. En 1989 se movieron los hilos del poder en Jalisco para entregarle la rectoría y desde entonces ya no la soltó. Ya tenía muchos hilos de control desde años antes, porque su ascenso a un puesto de polendas de ese tipo sólo podía ser avalado por un historial intelectual de peso o bien por medidas de fuerza. El recurso fue el de esta segunda vía. Y desde entonces la comunidad universitaria auténtica tuvo que soportar sus desplantes, sus desvíos, su arbitrariedad… todo lo que ha de salir a la luz si es que esta investigación nos vaya a venir en serio.

No aguanto la tentación de suscribir un mensaje que envió a las redes Gustavo Monterrubio Alfaro, otro amigo personal que sostuvo, como un servidor, desde cuanta columna se pudo, objeción y mirada crítica a cuanto realizaba o dejaba de hacer Padilla. Va:

SOSPECHOSO SOSPECHOSISMO

Sospecho, sólo sospecho, que el gobierno federal ya tiene armado un caso contra Raúl Padilla López y simplemente faltaba la orden de activarlo, es lo que habría hecho AMLO en la mañanera. Pero a la vez señaló a Enrique Alfaro Ramírez, como compinche del cacique udegeísta, ¿También contra éste se habría desempolvado el expediente que se abrió desde que fue edil de Tlajomulco? A lo mejor, podría ser, tal vez, quizás, quién sabe, así razona Morla, la tortuga milenaria en el Señor de los Anillos.

Gustavo Monterrubio Alfaro

 

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